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Tribuna
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La ayuda china, un vaso de agua para un incendio

El 12 de septiembre, el ministro de finanzas italiano Giulio Tremonti esperaba en Roma la llegada del máximo dirigente de China Investment Corporation. Estaba dispuesto a negociar con este fondo soberano chino que gestiona 400.000 millones de dólares en activos la compra de bonos italianos y su participación en grandes empresas industriales del país. Mientras aguardaba, el ministro se sentiría protagonista de una tragedia prevista por él mismo. Cuatro años atrás había escrito: "Si la globalización continúa desarrollándose imparable, China hará suya la humilde Europa, y lo hará con el consentimiento de la propia Europa". Era su tercera reunión en tres meses.

Las dificultades de la Unión Europea para resolver la crisis de la eurozona han permitido especular con la posibilidad de un rescate chino de su economía. Dos días después de la reunión en Roma, el primer ministro chino, Wen Jiaobao, afirmó: "Nos preocupan las dificultades de Europa y estamos dispuestos a echar una mano aumentando nuestra inversión allí". Pero, ¿tiene China interés y capacidad para sacar a la UE de la crisis?

Lo cierto es que los problemas europeos influyen notablemente en la economía china. La Unión Europea recibe anualmente del país asiático 281,900 millones de euros en exportaciones. La debilidad de Europa amenaza con quebrar miles de fábricas exportadoras del país. Al mismo tiempo, rescatar a Europa comprando su deuda soberana permitiría a China equilibrar sus reservas extranjeras y su enorme exposición a la deuda pública americana. El Estado chino tiene 3.2 billones de dólares en moneda extranjera, de los cuales 1.16 billones de dólares son deuda emitida por la Reserva Federal. Para muchos analistas son demasiados huevos en una misma cesta. El dólar corre el riesgo de depreciarse por la debilidad económica americana y la continua política monetaria expansiva de Washington. Comprar parte de la deuda soberana pendiente de España, Grecia, Italia o Portugal permitiría a China diversificar sus reservas garantizando la estabilidad de su principal cliente.

Estos argumentos no convencen ni a las élites chinas ni al ciudadano de a pie. Para la gente corriente, China debería invertir su dinero en mejorar las condiciones de vida de su población en vez de prestárselo a naciones más desarrolladas con problemas derivados, precisamente, de financiar su bienestar endeudándose. Para las élites, comprar deuda de España o Italia para reducir su exposición a la deuda americana sería saltar de la sartén al fuego. China Investment Corporation lo plantea en términos de asignación de capital: si la deuda tiene un perfil de riesgo adecuado, comprarán. ¿Quiere esto decir que comprarán bonos italianos o españoles? Es poco probable. ¿Y bonos emitidos por el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF)? Quizás. La opción ofrecería un perfil de riesgo equivalente (o superior, según S&P) al de la deuda americana.

La otra opción de Pekín para echar una mano se asemeja más a la visión de Tremonti: comprar activos estratégicos y participar en el capital de empresas europeas. La reunión en Roma tenía ese objetivo: negociar la entrada de China en el capital de empresas italianas en apuros financieros. Participar en empresas industriales del país transalpino permitiría a China acceder no solo a futuros dividendos sino también a nuevas tecnologías y sistemas de gestión.

Pero una cosa es ayudar obteniendo a la vez activos estratégicos y otra muy distinta salvar a Europa. "No somos salvadores. Tenemos que salvarnos a nosotros mismos", ha declarado Gao Xiqing, de China Investment Corporation. Aunque Pekín demuestra en el exterior fortaleza financiera, se estima que los municipios chinos tienen una deuda de 10,7 billones de yuanes (un 27% del PIB) y el sector de la construcción se enfrenta a una probable burbuja inmobiliaria. Pronto China tendrá que utilizar su capacidad financiera para solucionar importantes problemas en casa.

De cualquier manera, el fondo de la cuestión es que para muchos chinos el problema de Europa no es una cuestión de financiación. La UE puede ofrecer deuda soberana de la máxima calificación (los bonos del FEEF han recibido una calificación de AAA). El problema de Europa es político y, por tanto, el dinero chino no es la solución real. "La UE no puede sostener una unión monetaria sin integración fiscal y eso es algo que solo los europeos pueden solucionar", afirma Yao Yang, decano del Centro de Economía China de la Universidad de Pekín. "Sin un compromiso real de los líderes europeos cualquier ayuda será como tratar de apagar un incendio con un vaso de agua". Incluso en China se defiende la necesidad de una mayor integración europea.

Pablo Nieto. Responsable de la división de Investigación y Análisis de iGeo Investment & Consulting

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