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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La alegría vuelve a las cuentas de las cotizadas

Tras dos ejercicios consecutivos bajo el signo de las caídas de beneficios, las empresas del Ibex han recuperado la alegría en las cuentas. El Ibex recibía con optimismo unas ganancias agregadas que arrojan un saldo de 51.111 millones -un 21,5% más que en 2009- y que ejercieron de contrapeso en la jornada al lastre que está suponiendo para el selectivo la escalada del precio del petróleo.

Pese a que los resultados empresariales de 2010 están aún a distancia de la cifra dorada de 53.700 millones que se alcanzó en 2007, el hecho de que 20 de las 34 cotizadas hayan mejorado su beneficio neto -ya sea por crecimiento en ganancias o por abandono de pérdidas- y que ninguna de ellas haya cerrado en números rojos es una buena noticia, más aún en un contexto económico como el actual.

Tres compañías -Telefónica, Repsol y ArcelorMittal- han liderado este notable crecimiento agregado, debido a su fuerte incremento porcentual de resultados. La compañía de César Alierta no solo ha batido su récord histórico, con unos beneficios de 10.167 millones -un 30,8% más que en 2009-, sino también los obtenidos por cualquiera de las demás empresas españolas. Las plusvalías contables por la adquisición de Vivo y el vigor del negocio en Latinoamérica son las claves que explican estos espectaculares resultados. También Repsol ha sacado pecho con unas cuentas históricas. La compañía triplicó su beneficio neto, que creció un 201% -debido en buena parte al efecto en sus ingresos de la venta de parte de su filial brasileña a Sinopec y a la evolución de los precios del crudo- y disparó su Ebitda un 135%. ArcelorMittal, por su parte, arroja un saldo positivo de 2.128 millones, frente a los 115 millones del ejercicio anterior.

Los resultados obtenidos en términos de beneficio neto de explotación y de facturación -dos magnitudes ajenas a posibles contaminaciones contables- prueban que la mejora confirmada ayer no es ficticia. También resulta significativo el hecho de que ese camino de recuperación se haya emprendido en medio de un contexto económico que sigue siendo adverso y en el que España ocupa una posición especialmente rezagada. Esa aparente contradicción entre la salud de las cuentas de las empresas españolas y la debilidad de nuestra economía se debe en buena parte a que algunos de los resultados más boyantes se han alimentado del negocio desarrollado en el exterior. Es el caso de Telefónica, por ejemplo, que ha visto deslucidas sus brillantes cuentas por una caída de ingresos del 6% en el mercado español.

El otro factor clave para interpretar los resultados es el duro y serio esfuerzo acometido en los últimos ejercicios por las empresas cotizadas en materia de ajuste de gastos, esfuerzo que ahora empieza a revelar sus frutos.

Ambas medidas han demostrado ir en la dirección correcta. La apuesta por la diversificación de negocio en países emergentes que han realizado algunas de las grandes compañías cotizadas -en especial, en Latinoamérica- es un camino que ha demostrado su eficacia como contrapeso a un mercado español en el que los niveles de consumo y las expectativas económicas no invitan a corto plazo al optimismo. Los resultados marcan por ello la vía a seguir por otras empresas españolas, no solo en épocas de crisis, sino también en tiempos de bonanza, cuando el fantasma de la recesión parece lejano y la diversificación de negocio no ocupa una posición prioritaria en las agendas.

De la misma forma, el empeño en ajustar gastos y ganar en eficiencia es un esfuerzo que permitirá a quienes lo acometan afrontar los próximos ejercicios en mejores condiciones de competitividad y sin grandes lastres que mermen sus posibilidades de crecimiento. Las previsiones apuntan a que el 65% de los miembros del selectivo ganará más este año y que nueve de ellos mejorará sus resultados en más de un 20%.

Es la cosecha de una gestión que comienza a dar resultados y que beneficia no solo a compañías y accionistas, sino a la imagen global de la economía española. Una vez más, los mejores embajadores de España son, precisamente, sus empresas.

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