_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Vale Fed... y ahora qué

El recorte de medio punto de los tipos oficiales por parte de la Fed no está dirigido al apalancamiento y a las emisiones de crédito en el sistema bancario. Es más, la penalización a los ahorradores empeora el desequilibrio entre la oferta y demanda. El recorte no resuelve los problemas a corto plazo y agudiza la preocupación por la inflación a largo plazo.

La crisis bancaria no es el origen del alza de las tasas de interés. Sus principales causas están relacionadas con la vivienda y otras pérdidas crediticias y la urgente necesidad de los bancos de reducir su nivel de apalancamiento. Esos problemas están siendo abordados por la Reserva Federal con enormes dosis de liquidez y los planes para inyectar 250.000 millones de dólares en los bancos a través del programa de saneamiento de activos. Pero la reducción de tipos no tendrá ningún efecto a la larga.

Con el IPC en el 4,9% el último año, los ahorradores han estado recibiendo retornos reales negativos. El recorte de la Fed empeora potencialmente este problema. El banco central de EE UU se ha colocado al límite con la reducción del 1%. En 2003 concluyó que cualquier recorte por debajo de esa tasa sería perjudicial para el mercado de fondos, que necesita un rendimiento positivo a corto plazo, libre de riesgo para pagar sus gastos. Estas bajas tasas desalientan el ahorro y fomentan los préstamos, al revés de la receta para la economía estadounidense. A largo plazo, son necesarias tasas más altas que proporcionen a los ahorradores un retorno real y que fomenten la demanda de fondos.

La Fed ha evitado abordar la alta inflación. Parece pensar que el problema se ha resuelto. Sin embargo, la reducción de esa tasa a finales del año pasado produjo una burbuja en las commodities sin precedentes, que sólo se ha invertido por la recesión.

Con una política monetaria y fiscal salvajemente expansivas debe existir algún riesgo de que la burbuja de las commodities se vuelva a inflar. El petróleo subió el 7,6% el 29 de octubre y la recuperación del oro desde los 698 dólares por onza a los 745 dólares en cuatro días sugieren esta posibilidad.

Políticas fiscales y monetarias tan salvajemente expansivas deben procovar algún riesgo de los productos básicos burbuja volver a inflar; petróleo del 7,6% lugar el 29 de octubre y la recuperación de oro de 698 dólares por onza a 754 dólares en cuatro días sugieren que la posibilidad es real.

A las tasas no les queda otra que subir. Cuanto antes pueda invertirlo el banco central, mejor. Por Martin Hutchinson

Hungría necesita un cambio

El rescate de 25.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Mundial es casi tres veces el déficit de la balanza de pagos de Hungría. Permite gastar más de la cuenta a un sobreendeudado Gobierno para perpetuarse, prolongando la pereza económica del país. Un préstamo menor, condicionado a unas elecciones inmediatas, produciría mejores resultados.El Gobierno socialista húngaro, en el poder desde 2002, admitió que logró la reelección en 2006 engañando al electorado acerca de las perspectivas económicas. Por eso, parece extraño que los acreedores de Hungría no se opongan a que el primer ministro Ferenc Gyurcsany continúe su mandato, que finaliza en abril de 2010.Desde su reelección, Gyurcsany ha intentado controlar el déficit presupuestario húngaro pero sin gran éxito. En 2008 mantuvo casi en el 4% el PIB, mientras el gasto público se incrementó del 46,5% del PIB en 2000 al 52% ahora. Tan elevado gasto público refleja una economía que todavía no se ha librado de su legado comunista. De los países de la OCDE, sólo Francia y Suecia tienen un gasto público alto, y ambos tienen sectores privados inmensamente poderosos en creación de riqueza, del que Hungría carece. Sus vecinos han hecho más progresos en la reestructuración económica. El excesivo gasto público ha ralentizado la economía; el crecimiento proyectado de Hungría del 2% en 2008 contrasta con el 4,5% de la República Checa, el 5,4% de Polonia y el 7,4% de Eslovaquia.El préstamo de 25.000 millones de dólares es demasiado grande. Representa un 18% del PIB de Hungría. Esto permitirá al Gobierno derrochar, mientras que no correrá con el coste de hacerlo y puede ayudar a su segura reelección en 2010. A la UE y al FMI no les gusta el euroescepticismo del opositor partido conservador Fidesz y su líder Victor Orban, pero el Gobierno del Fidesz en 1998-2002 tuvo récords de privatización y reducción del gasto público.Los prejuicios políticos de los burócratas no deben permanecer en el camino de las prescripciones económicas sensatas. Hungría necesita urgentemente recortar el gasto público, y esto es más probable que suceda bajo un Gobierno diferente. Por Martin Hutchinson

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_