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Columna
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La UE no muestra todas sus cartas

Tienes que saber cuándo mostrárselo, y ahora no es el momento. En pocas palabras este es el mensaje de los líderes de la Unión Europea a los inversores, a pesar de la impaciencia de éstos por ver los detalles del mecanismo de rescate permanente que se introducirá en 2013. La Cumbre de Bruselas de la semana pasada acordó una pequeña pero importante enmienda al Tratado que hará posible ayudar a los miembros de la zona euro en dificultades financieras. Las palabras elegidas son deliberadamente vagas. Es en parte el resultado de las divisiones. Pero es también intencionado: dejar a los mercados con dudas es la mejor cosa que los Gobiernos pueden hacer por el momento.

El limitado alcance de la enmienda permite ser adoptada en todos los países de la UE sin el drama político de referéndums y grandes debates nacionales. El mecanismo debe estar en funcionamiento cuando el plan de estabilidad financiera europeo (European Financial Stability Facility, EFSF), usado para Grecia e Irlanda, expire dentro de dos años. Será activado, "si es indispensable para salvaguardar la estabilidad de la zona euro en su conjunto" -una formulación algo más suave que la "solución de último recurso" mencionada por los líderes alemanes-. La ayuda será dispensada caso por caso y puede -o no- incluir recortes para los acreedores privados.

Tan importante como lo que los líderes decidieron es lo que optaron por no hacer. No hubo un aumento en la potencia de fuego del actual plan de estabilidad financiera europeo, tampoco ninguna extensión de su mandato para cubrir la compra de bonos soberanos. Pero incrementar la financiación del EFSF, y dar un número preciso, tendría que ser inmediatamente interpretado como que está preparado para un rescate importante (piensen: España), con el mayor riesgo de hacer que sea más probable.

Los Gobiernos no tienen que mostrar todas sus cartas. Tienen derecho a ser imprecisos sobre cuándo y cómo se disparará el mecanismo de rescate, y dónde y cuándo los acreedores privados se verán afectados. Basta para ellos repetir que harán todo lo posible para mantener el euro intacto. Entrar en demasiados detalles aumentaría el riesgo moral de dar crédito a la idea de que hay un derecho al rescate -para los miembros del euro con problemas de liquidez y sus acreedores-. En la crisis actual, es obligación de los Gobiernos mantener la confusión.

Pierre Briançon

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