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Tribuna
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El Tratado de Lisboa y la salida de la crisis

Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa (TL) se reconoce explícitamente (artículo 3, párrafo 3) que la economía de la UE se ha de regir por un sistema singular que tiene sus propias reglas: la economía social de mercado (ESM). El término que no se pudo mencionar en el Tratado de la Unión Europea (TUE), por la oposición de países como Francia, fue utilizado ya en el malogrado proyecto de Constitución Europea (artículo I-3) y se ha incorporado al TL por lo que ha pasado a ser un elemento básico para enmarcar la actividad socioeconómica de los países comunitarios.

A la presidencia española, que en el primer semestre de 2010 tiene que poner en práctica el TL, corresponde trabajar por que este sistema de ordenación socioeconómica sea una realidad en la política económica de los 27 países que integramos la UE.

Tomar conciencia y llevar a la práctica los principios y las reglas que implica la ESM tiene una enorme actualidad para orientar las salidas de la crisis que en tiempos diversos irán consiguiendo los países comunitarios según sus circunstancias particulares.

En términos generales, se pueden distinguir dos corrientes de opinión sobre las estrategias más adecuadas para salir de la crisis. Por una parte están los poskeynesianos, que insisten en que se han de mantener, o incluso reforzar, los estímulos monetarios y fiscales sin preocuparse mucho de las consecuencias que puedan tener en el futuro el excesivo endeudamiento público y una presencia exageradamente intervencionista del Estado en el mercado. Entre otros, representa esta tendencia el Nobel de Economía Paul Krugman y, con menos radicalismo, es la política que se está practicando en EE UU con el visto bueno de la Reserva Federal.

La otra tendencia estaría representada por los seguidores de una ESM bien entendida, por el BCE y por el anterior comisario de Economía y Finanzas de la Comisión Europea, Joaquín Almunia. Advertimos que se trata de una ESM bien entendida porque sus principios -en parte contenidos en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC)-, en lo que se refiere a la crisis, no rechazan ni los estímulos monetarios de Keynes para mantener la demanda ni una intervención excepcional del Estado para encauzar la recuperación. La diferencia con la otra tendencia está en que en ningún momento justifica que se deban perder de vista las negativas consecuencias de un excesivo endeudamiento y la excepcionalidad de la presencia directa del Estado en el mercado, que de ninguna manera puede perpetuarse dificultando que pueda recobrar su autonomía de libre mercado de competencia, en el marco establecido por el Estado.

Para que la presidencia española pueda contribuir a que todos los países comunitarios acepten y practiquen esta estrategia se requerirá que los responsables de nuestra economía tengan un conocimiento profundo de lo que esto significa. Esto no ocurrió en las primeras medidas que se tomaron para hacer frente a la crisis. Como nos lo recuerda aquella afirmación del ex ministro de Economía Pedro Solbes, poco antes de dejar su mandato, de que nuestros recursos ya estaban agotados, mientras su sucesora afirmaba que había recursos disponibles, posiblemente pensando que la capacidad de endeudamiento podría considerarse ilimitada.

Afortunadamente, se dio un cambio radical al proponer una subida de impuestos para el Presupuesto de 2010. En una recesión tan grave como la de nuestro país esta decisión no tendría ningún sentido si no fuera porque se había tomado conciencia de que se estaba incurriendo en un déficit excesivo y que el PEC obliga a una disciplina que garantice un futuro sostenible.

Esperemos que este caer en la cuenta de que nuestro sistema socioeconómico tiene un marco bien definido se extienda a toda la ciudadanía y el partido de la oposición y los agentes sociales acepten que sus razonables propuestas de reducción de impuestos y estímulos monetarios para reactivar la economía a corto plazo deben tomar en consideración las consecuencias que tendrían para el futuro no corregir los excesos cometidos, despreocupándose de garantizar un correcto funcionamiento de la ESM.

Eugenio M. Recio. Profesor honorario de esade (URL)

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