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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Telefónica se apunta la batalla del futuro

La irracionalidad que ha envuelto en los últimos meses la negociación de Telefónica para comprar y controlar la brasileña Vivo, en cuyo transcurso irrumpió el Gobierno de Lisboa para cortocircuitarla, ha sido sustituida por la sensatez en las últimas horas. Las dos grandes compañías de telecomunicaciones ibéricas han cerrado un acuerdo por el que Telefónica adquiere el 50% que no controla en la sociedad Brasilcel a Portugal Telecom, y se hace así con el control prácticamente absoluto de la operadora de móviles brasileña Vivo. Algo por lo que la multinacional española suspiraba desde hacía varios años para ensanchar sus negocios en la primera economía suramericana, donde las expectativas de crecimiento convierten en éxito cualquier iniciativa empresarial.

Tras elevar la retribución que desembolsará la empresa española de 7.150 millones de euros a 7.500, y pactar una periodificación más cómoda de los pagos, los gestores de PT han accedido a cerrar la operación, sobre la que ya ni siquiera el Gobierno portugués hace valer una acción de oro que hace un mes consideraba irrenunciable y con la que bloqueó la compra. El varapalo judicial y político de Bruselas y la presión que los accionistas de Portugal Telecom han ejercicio con una oferta económica, que superaba el valor de la propia matriz lusa, han sido argumentos más poderosos que la trasnochada y numantina voluntad de Lisboa de tratar de defender con argumentos del siglo pasado intereses empresariales supuestamente estratégicos. La oportunidad para PT de comprar una parte sustancial del capital de la también operadora brasileña Oi, con la autorización del Ejecutivo brasileño por anticipado, ha posibilitado el cierre de una operación que llevaba más de un mes bloqueada, una circunstancia que en nada facilitaba las decisiones de las tres compañías implicadas. El vértigo que le daba a Portugal Telecom renunciar a Vivo, sin duda capital para su cuenta de resultados, ha sido parcialmente conjurado con un acuerdo industrial con Telefónica para compartir tecnología, compras, investigación y clientela multinacional. Tras el acuerdo de ayer, en 60 días Telefónica podrá disponer de los destinos de Vivo, cuya operativa pretende fusionar con la operadora de fijo Telesp, para constituir una compañía integrada de telecomunicaciones que sea líder absoluto en el mercado brasileño.

El mercado bursátil y la banca financiadora de Telefónica habían descontado desde hacía varias semanas el éxito de la negociación, y los analistas esperan que paulatinamente aflore en el precio de la multinacional española el auténtico valor de su nueva posición en la economía más dinámica de América, en la que muchas otras empresas españolas han puesto sus inversiones como tabla de salvación ante el estancamiento de la demanda en España y en Europa. La potencialidad demográfica y económica de Brasil convertirá a los activos de la empresa que preside César Alierta en el principal motor de los resultados de la sociedad, siempre que se cumplan los planes de negocio que la empresa tiene diseñados para Vivo y Telesp en el futuro.

Aunque esta nueva aventura de la multinacional española elevará inicialmente su endeudamiento, la empresa generará la caja suficiente como para financiar su coste y mantener sus compromisos con los accionistas, a los que garantiza el abono de un dividendo líquido de al menos 1,75 euros por acción con cargo a los resultados del año 2012. Este compromiso con los socios minoritarios sigue convirtiendo a Telefónica en una de las más atractivas oportunidades de inversión contabilizadas por retribución al accionista, con un retorno del 10% bruto en el ejercicio 2012, tomando el precio de los títulos de ahora.

La posición estratégica de Telefónica no tiene ahora parangón entre las compañías globales de telecomunicaciones. Operando en telefonía tanto fija como móvil, explotando tanto voz como datos y con carteras equilibradas de clientes en particulares y corporativos, Telefónica tiene participaciones muy significativas, en muchos casos con liderazgo en España, Reino Unido, Alemania, Italia, República Checa, Brasil, Argentina y un rosario elevado de naciones latinoamericanas. Tiene, pues, garantizada la rentabilidad de su inversión para mucho tiempo. Alierta ha ganado la batalla del futuro para Telefónica.

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