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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Renunciar a la industria es un grave error

La desproporción del sector inmobiliario en España, que consumió ingentes recursos financieros y productivos del país, se ha saldado con un tejido industrial desolador. La crisis se ha limitado a destapar la inexistencia de sectores capaces de tomar su relevo. Los servicios, ligados a la hostelería, el comercio y especialmente el turismo, han ido ganando terreno hasta el punto de concentrar el 66% del PIB. A cambio, la industria lo ha ido perdiendo por la desaparición de empresas y sectores y su valor añadido bruto (VAB) ha bajado al 15% en 2009, tres puntos por debajo de la media de la UE-27.

Sin caer en odiosas comparaciones entre actividades productivas -todas ellas son necesarias y contribuyen a crear riqueza-, lo cierto es que el sector servicios presenta numerosas carencias. En primer lugar, está muy volcado en la demanda nacional por su imposibilidad de diversificarse geográficamente, y es víctima de la actual debilidad económica interna. En segundo lugar, suelen ser actividades de escaso valor añadido y, por tanto, más vulnerables en momentos de contracción. En tercer lugar, el empleo que crea es de escasa cualificación y niveles salariales considerablemente inferiores. Por último, su estructura empresarial tiende a ser muy atomizada con una fuerte presencia de pequeñas y muy pequeñas empresas, financieramente muy endebles. Por contra, las empresas industriales son más sensibles a las contracciones de demanda mundial, por su espíritu exportador, pero esto les permite también diversificar los riesgos y resistir mejor las crisis. Razones de peso para considerar que un país desarrollado como España no puede prescindir de su industria.

Desgraciadamente, el problema no solo radica en el menor peso de las manufacturas sobre el PIB, todavía es más grave la composición de la industria ya instalada. Así, pierde abrumadoramente frente a la alemana y la italiana en un informe comparativo realizado por Mediobanca. En él se confirma que la mayoría del tejido manufacturero español fabrica productos de calidad tecnológica baja o media-baja consecuencia de su menor inversión en I+D+i. Lo que explica que se ubiquen en sectores de escaso valor añadido y, en consecuencia, poco orientados al mercado exterior.

Una inferioridad agravada por factores externos a las empresas, como unos costes energéticos muy superiores al resto de países comunitarios; una menor cualificación de la mano de obra; unos costes laborales que crecen muy por encima de los competidores a pesar de la baja productividad; dificultades financieras por el menor tamaño de las empresas; costes logísticos poco competitivos o trabas administrativas desincentivadoras. El nuevo modelo productivo pasa por solucionar todas estas deficiencias, pero sobre todo por apostar decididamente por un sector que muchos expertos consideran irrecuperable.

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