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Columna
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Mejor, con América

Estamos todavía bajo los efectos de la crisis y todo parece indicar que nuestros amigos iberoamericanos han sido en esta ocasión menos afectados y que de su mano España y Portugal saldremos mejor. Por eso, en vísperas del inicio de la Cumbre Iberoamericana de Naciones, que se celebrará este fin de semana en la localidad portuguesa de Estoril, todo son encuentros sectoriales de empresarios, de sindicatos, de ONG, de ministros y de periodistas, decididos a tomar la temperatura de las relaciones mientras se preparan los fastos de los bicentenarios de la independencia. Este proceso de las cumbres, iniciado con la de Guadalajara (México) en 1991, no ha dejado de suscitar polémica desde entonces pero ha superado pruebas de gran envergadura.

En particular, el encuentro de estos días será una buena oportunidad para rebajar las tensiones entre Venezuela y Colombia y podría permitir el lanzamiento de la propuesta de algún mecanismo regional de supervisión de las fronteras, como alternativa a las bases militares norteamericanas pactadas por el presidente Uribe con Washington. Podría ser el estreno de Brasil como gran potencia, interesada por primera vez en ejercer esa responsabilidad dentro del área sudamericana. También la cumbre de Estoril podría impulsar los arreglos necesarios para la firma del acuerdo UE-Mercosur, durante el semestre de la presidencia española de la Unión, que comprende desde el 1 de enero al 31 de julio del año próximo. Como dijo Felipe González en su intervención del martes ante el Foro Eurolatinoamericano de Comunicación, donde se encuentran periodistas de la UE y de Iberoamérica, la situación anterior estaba marcada por una retórica sin intereses y la de ahora, por unos intereses sin retórica, pero es necesario buscar algunos equilibrios entre actitudes tan antagónicas.

Desde luego, las perspectivas son muy diferentes según el origen geográfico, la formación y la dedicación profesional de cada uno de los analistas. Uno de los invitados por la Asociación de Periodistas Europeos a su XV Foro Eurolatinoamericano de Comunicación, que se celebra estos días en Lisboa, el mexicano Jorge Volpi, llega a decir en su libro El insomnio de Bolívar (Editorial Debate. Barcelona, 2009) que "América Latina prácticamente ha dejado de existir, que las relaciones culturales entre sus países se han reducido al mínimo y que no hay, por ejemplo, una sola revista intelectual que circule continentalmente. La afirmación parece excesiva si se extrapola más allá del ámbito de la comunicación pero describe bien un déficit cargado de consecuencias generales, dado el efecto multiplicador o divisor que los estímulos comunicativos o su ausencia contagian a escala general.

La reunión del fin de semana en Estoril coincide con la aparición de un volumen que la Secretaría General Iberoamericana de Enrique Iglesias dedica a examinar, desde distintos ángulos y con la colaboración de relevantes expertos, la diplomacia de las cumbres en América Latina. Dentro de esa partitura, un buen amigo periodista, al ocuparse de la función que los medios desempeñan en las cumbres, describe la incapacidad demostrada hasta ahora para configurar una comunidad de la comunicación y deja en claro cómo se derrocha la enorme potencialidad que Iberoamérica tendría en este campo para acabar degradada en periferia de otros imperios. De forma que sus ansiedades informativas quedan alienadas bajo la dependencia de extrañas metrópolis. Además sucede que en todas las periferias prevalecen como intereses primordiales los de la metrópolis. Porque el interés informativo tiende a articularse en forma de campo magnético, con estructura radial, que favorece el enlace directo con el centro, donde se encuentra el origen y fin de las líneas de fuerza creadoras de la polarización. Mientras que al mismo tiempo cunde el desinterés y desconocimiento que se profesan entre sí las áreas periféricas, lo cual redunda en agravamiento de su condición aislada y empobrecida.

Sucede, en fin, que si los medios del área iberoamericana se articularan en un campo gravitatorio informativo propio, esa comunidad de naciones adquiriría autonomía y dejaría de estar satelizada. Pero se observa que ha sido más hacedero implantar empresas de construcción, de telefonía, de electricidad, de suministro de aguas a cinco mil o diez mil kilómetros de distancia, que combinar con inteligencia la acción entre medios de comunicación que trabajan sin maquinaria pesada. En todo caso, queda claro que en el momento presente la crisis ha golpeado menos a los países iberoamericanos y también se vislumbra que de su mano podríamos salir antes y mejor de la situación que ahora nos golpea.

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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