_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Liderazgo en Atacama

El rescate de los 33 mineros de la mina del desierto de Atacama, culminado con éxito en apenas 22 horas tras casi 70 días de esperanza, ha mostrado lo mejor de la condición humana, la fuerza de la solidaridad y una ilusión colectiva difícil de igualar ante lo que podría haberse convertido en una auténtica tragedia nacional. Los 1.000 millones de personas que habrían seguido el feliz desenlace son, al mismo tiempo, una constatación de la larga vida que les queda a los medios de comunicación y de la importancia creciente de las plataformas multimedia y la aplicación de la tecnología al servicio de la información en vivo y en directo.

Más allá de la alegría compartida universalmente y el espectáculo mediático global, hay un ángulo destacable en esta historia: el liderazgo ejercido por el presidente de Chile, Sebastián Piñera, durante toda la operación, desde el principio, cuando apostó por la que seguramente era la opción de mayor riesgo político -confiar en que los mineros podían seguir vivos cuando muchos les daban ya por muertos- hasta el final, con una gestión del feliz desenlace sobria e inteligente.

Sebastián Piñera es una de las mayores fortunas de Chile, que, tras un anterior intento fallido, accedió a la presidencia de la República de Chile a principios de año, en sustitución de Michelle Bachelet. Su carrera no ha estado exenta de altibajos y controversias, aunque se puede decir sin dudarlo que es uno de los empresarios y políticos más audaces y exitosos de Chile.

Dicen las encuestas que su popularidad se ha disparado en el país andino y no podía ser menos. Es cierto que durante estos casi dos meses y medio ha habido críticas internas, malestar de los familiares o decisiones discutidas, pero, en su conjunto, el balance de la gestión ha sido sobresaliente.

Una de las claves del éxito de la operación ha sido que ha aplicado un plan de crisis que podría convertirse en un caso de estudio sobre liderazgo y gestión en una escuela de negocios internacional de primer nivel. En un asunto público de tal envergadura y atención universal, con muchos riesgos no siempre controlables, el plan de Piñera ha sido guiado, al menos, con tres criterios fundamentales.

l Transparencia y comunicación: Chile y su Gobierno han dado la cara desde el principio, con mensajes medidos, siempre dentro de la esperanza (así se llamaba, por cierto, el campamento de los familiares) pero, sobre todo, con realismo y con transparencia. El desenlace feliz, además, se ha visto aderezado por mensajes apelando al orgullo nacional, lo que ha elevado la autoestima del pueblo chileno y ha reforzado a Chile en el mundo como un país organizado y moderno.

l Pragmatismo: el presidente chileno ha sido pragmático y no le han dolido prendas de recibir todo tipo de apoyos desde fuera y dentro, porque el objetivo último estaba por encima de cuestiones ideológicas o debates trasnochados respecto, por ejemplo, al imperialismo de EE UU, tan comunes en algunos de sus países vecinos. Han primado los criterios técnicos sobre todo lo demás, sin que las decisiones se aceleraran o se frenaran por razones cortoplacistas. Y además, se ha anticipado al anunciar decisiones regulatorias que, aunque no han agradado a todos, dejan clara la consigna de que este Gobierno, aunque sea de centroderecha, apoya a los trabajadores y va a aumentar la seguridad laboral.

l Equipo y éxito compartido: el Gobierno y los ministros más relacionados con el rescate (Minas, Sanidad, etc.) han trabajado bajo el liderazgo de Piñera como un equipo cohesionado con un objetivo último: el rescate. El presidente chileno no se ha cegado por el protagonismo, sino que ha dado juego a sus ministros y, sobre todo, a los mineros y muchas personas anónimas, compartiendo el éxito entre todos, sabedor de que, al final, su liderazgo se iba a reforzar a través de un efecto multiplicador.

El último capítulo de este plan es el road show que Piñera ha realizado por Reino Unido, Alemania y Francia, que, aunque programado antes del rescate, ha tomado una nueva dimensión, con un único objetivo: vender país. Sebastián Piñera, en suma, ha gestionado un asunto público y trágico, de alto riesgo político, sin esconderse, liderando todo el proceso y aplicando un modelo de management empresarial, con un plan de crisis perfectamente diseñado y desarrollado.

Ahora bien, ¿qué habría pasado en el caso de que la operación de rescate hubiera fracasado, total o parcialmente? No es fácil saberlo. En dicho supuesto, lo peor es que estaríamos lamentando alguna o muchas tragedias humanas. Pero, a buen seguro, el plan de gestión de la crisis impulsado por Piñera incluía un capítulo extenso, con un detallado programa, para este escenario trágico. Y también en este fatal desenlace, que afortunadamente no ha ocurrido, el presidente chileno habría salido fortalecido gracias a su liderazgo y a una gestión empresarial de la crisis.

Por suerte, al final, todos han ganado con el rescate. Los mineros y sus familias, los primeros. Chile, como país, a continuación. Y el presidente-empresario Piñera -¿por qué no?-, también.

Pablo Fernández. Socio consultor de Viewpoint Communication y periodista

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_