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Tribuna
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Intervencionismo en los mercados cambiarios

Javier Blázquez Arenas / Rodolfo G. Campos

El día 21 de septiembre se publicó el comunicado de prensa mensual del grupo de especialistas que decide la política monetaria de Estados Unidos, el Federal Open Market Commitee (FOMC). En éste se pueden observar ligeras diferencias con respecto al anterior en materia de inflación, lo que ha tenido un efecto sobre el tipo de cambio del dólar.

En el reciente comunicado se expone el hecho de que tanto la inflación registrada este mes, como las expectativas de los agentes sobre esta misma variable a futuro, son incluso menores de lo que se esperaba. De hecho, puntualiza que esta débil inflación podría mantenerse durante algún tiempo hasta que se alcanzasen niveles razonables a juicio del FOMC.

En situaciones normales, y dado el contexto de frágil inflación, la reacción esperada de la Reserva Federal (Fed) sería una política monetaria expansiva. Es decir, anunciaría un objetivo de tipo de interés más bajo, y por medio de la emisión monetaria incrementaría la oferta de dinero en EE UU, lo que impulsaría los precios hasta niveles más afines con los objetivos del FOMC.

Sin embargo, la economía americana está lejos de ser normal y su política económica para combatir la crisis actual ha sido desde el comienzo inundar los mercados con moneda nacional. Esto ha tenido como consecuencia unos tipos de interés que oscilan entre el 0 y el 0,25%, y por lo tanto, la imposibilidad de recurrir a este tipo de mecanismo tradicional para impulsar los precios, que es precisamente lo que se conoce como la trampa de la liquidez keynesiana.

Existe otro método para intentar impulsar el nivel de actividad y los precios, esto es, una intervención en el mercado de tipos de cambio. En este caso, la Fed vendería dólares, y compraría otras divisas o activos denominados en otras divisas. El efecto de estas transacciones es una depreciación del dólar. Es interesante que la mera publicación del informe de prensa por parte del FOMC provocara el debilitamiento de la moneda norteamericana ese mismo día, puesto que el dólar se depreció frente el euro y el yen, mientras que el valor del euro frente al yen apenas varió.

No hace falta recurrir a complejos modelos de la teoría de juegos, para que de este comportamiento se deduzca, una futura reacción de los restantes países en aras de defender un tipo de cambio efectivo real que no perjudique a sus exportaciones. Así, cabría la posibilidad del comienzo de una guerra de depreciaciones a nivel internacional. En este sentido, es importante recordar que si bien China se merece su primer puesto como exportadora de bienes a nivel mundial gracias a sus bajos niveles de costes laborales unitarios y el fácil acceso al crédito interno por parte de las empresas a unos tipos de interés bajos, esto está fuertemente apoyado por el tipo de cambio.

Otra economía que parece estar recurriendo a este tipo de estrategia es la japonesa. Este mes ha sido la primera vez, desde marzo de 2004, en que las autoridades económicas niponas intervienen su moneda. El Banco de Japón ha implementado la decisión del Ministerio de Finanzas de realizar ventas de la moneda local en los mercados con el resultado de una depreciación del yen frente al dólar. El Gobierno de Brasil reaccionó a la intervención japonesa lanzando un mensaje claro, y hasta intimidante, al advertir que tomaría las medidas necesarias para contener la apreciación del real frente a las monedas asiáticas.

Resta preguntarse qué sucederá con el euro. El BCE no ha dado señales de querer entrar en el juego de las depreciaciones competitivas por el momento. Sin embargo, aún en el caso de que el BCE se abstenga de intervenir activamente en los mercados cambiarios, no debemos automáticamente esperar una apreciación del euro. Una reedición de la crisis griega en el pasado mes de mayo, esta vez con otro protagonista de la periferia europea, podría tener un efecto debilitador sobre el valor del euro mayor que cualquier intervención oficial. Si bien parece ser que las últimas ventas de deuda por parte de España, Irlanda, Grecia y Portugal han tenido una buena acogida en los mercados, no debemos dejar de estar alerta puesto que la coyuntura actual es cuando menos, impredecible.

Javier Blázquez Arenas / Rodolfo G. Campos. Investigador y Profesor del IESE

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