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Columna
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Intercambio de quejas

La batalla de las fusiones es raramente decorosa. Y la que incluye intercambios de participaciones suele serlo particularmente. Los pretendientes a NYSE Euronext se han estado intercambiando golpes bajos y ahora puede que empiecen a desprender un tufillo de desesperación. El CEO de Deutsche Börse, Reto Francioni, reveló la semana pasada que se había encontrado de repente con al menos 50 millones de euros de mejora en sus ingresos mientras que hurgaba en los detalles de su acuerdo de 9.500 millones con Big Board. Esto es un tercio más de cuando anunciaron el acuerdo en febrero. Francioni no es el único en comprometer algunos ajustes financieros: su homólogo del NYSE, Duncan Niederauer, incrementó el ahorro de costes en una tercera parte hasta los 400 millones el mes pasado. Ambos reaccionan a los 11.200 millones de dólares de la contraoferta conjunta de Nasdaq OMX e Intercontinental Exchange.

El operador bursátil alemán no podría justificar fácilmente un aumento de su oferta inicial. Podría amenazar su calificación de crédito y acabar con su pretensión de que la toma de control de NYSE fue una fusión entre iguales. Así que encontrar más sinergias es una de las pocas opciones que le quedan para convencer a los accionistas, especialmente a los suyos propios, de quien necesita al menos el 75% de apoyo. Ambos intercambios, y los ocho bancos de inversión que los han asesorado, han quedado en evidencia tras las múltiples revisiones.

Mientras, el líder de Nasdaq, Bob Greifeld, batalla también. Trata de disipar los miedos de que la fusión Nasdaq-NYSE no podría superar un examen de confianza. Además, por otro lado, la compañía podría verse presionada a mejorar su propuesta inicial.

Tampoco los pretendientes de NYSE quieren otro trato fracasado en sus manos. Los recortes de costes de las adquisiciones anteriores se agotan y los márgenes en algunos negocios se encuentran bajo presión, así que cada cual tiene una buena razón para buscar el apoyo de NYSE. Eso sí, cuanto más entusiastas suenen, más desesperados parecerán si pierden.

Por Antony Currie

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