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Columna
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Hágase la luz y la tarifa

Recordemos la banda sonora de aquella serie animada de TVE cuya letra decía aquello de "æpermil;rase, una vez,/ un planeta triste y oscuro/ y la luz, al nacer/ descubrió,/ un bonito mundo de color". Es una versión pedagógica que venía a confirmar la versión del Génesis según la cual "dijo Dios, ¡hágase la luz!, y la luz se hizo". Hasta ahí vivíamos en el Paraíso Terrenal y reinaba la gratuidad. Pero la desobediencia de nuestros primeros padres primero Eva y, en seguida, Adán tuvo el efecto fulminante de su expulsión del Jardín del Edén, recibieron una buena dosis de maldiciones, entre las cuales la de "ganarás el pan con el sudor de tu frente", y ahora nos vemos sus descendientes obligados a pagar la factura del suministro de energía eléctrica.

Esta energía con sus capacidades luminosas es seguramente el más universal de todos los servicios. En nuestro estado de naturaleza caída el acceso a la electricidad ha dejado de ser gratis total y requiere el abono de la correspondiente factura, cuyo cálculo parte de los datos de contratación de potencia y de los kilovatios consumidos pero incorpora después una serie de sumandos adicionales que merecerían una cuidadosa atención que se echa a faltar en los medios de comunicación generalistas.

En ocasiones anteriores hemos intentado llegar a una definición del llamado déficit de tarifa, que vendría a ser la diferencia entre los precios ofrecidos al usuario y los de mayor cuantía que derivan de las fórmulas legales obligatorias utilizadas por la Comisión Nacional de la Energía para calcular la tarifa aplicable. Nuestro propósito era distinguir el concepto déficit de tarifa que convierte a las eléctricas en acreedoras por ese importe frente al Estado de la estricta diferencia entre los costes de generación y los precios que se aplican en los recibos de los consumidores.

El caso de las tarifas eléctricas, el desinterés que muestran hacia ellas los medios de comunicación, constituye una abierta excepción, hasta dejar en suspenso la ley de la gravitación informativa (véase Sobre las leyes de la física y la información. Editorial Espasa. Madrid, 2009): Porque según esa ley la noticiabilidad de un hecho es directamente proporcional a los intereses perjudicados por su erupción. Unos intereses de cuya magnitud en nuestro caso puede dar idea que el número de receptores afectados por la tarifa tienda asintóticamente a coincidir con el de habitantes de nuestro país. Las leyes se conocen por sus límites o si se prefiere por sus excepciones. Para dar cuenta de ellas algunos señalan el efecto adormidera que la publicidad tiene sobre la percepción en vivo de las erupciones noticiosas. Por citar un ejemplo, ajeno al sector del que nos venimos ocupando, ha sido muy aleccionador comparar el impresionante impacto logrado por la oferta engañosa de los pagarés de Nueva Rumasa al 8%, con garantía de un brandi viejísimo de Jerez, y el espacio infinitesimal ocupado por las notas aleccionadoras para alertar del fraude de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La diferencia se explica por las páginas de publicidad insertadas por cuenta de Nueva Rumasa.

Pero volvamos al tiempo presente. En la prensa de ayer Pedro Rivero, presidente de Unesa, la patronal que aúna a las empresas eléctricas, acusó la sorpresa causada por la acción de registro de su sede, ordenada la semana pasada por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) empeñada en investigar posibles prácticas abusivas, concertadas por las grandes compañías, para limitar la libre competencia en perjuicio de los consumidores, Rivero dijo que fue "una sorpresa importante, pero toda la información solicitada por la CNC se le ha suministrado voluntariamente y estamos intentando reponernos y viendo qué podemos hacer". Rivero venía desde hace un año pidiendo la reducción del IVA al 5% y sacar de la tarifa conceptos como las primas a las renovables.

Todavía más caliente, en el horno del Parlamento se encuentran los Presupuestos Generales del Estado (PGE) al que se han transferido los llamados sobrecostes de generación en las áreas extrapeninsulares (Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla) un monopolio de Endesa por el que se embolsará en el ejercicio 2010 256 millones de euros. ¿Nacerá la luz? ¿Veremos ese bonito mundo de color que encierran los recibos de la luz? ¿Se transferirán nuevos costes a los PGE en busca de anestesia y opacidad? Atentos.

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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