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Tribuna
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Factura virtual

La era digital no ha evitado que millones de facturas, toneladas de papel, sigan amontonándose y generando costes innecesarios derivados de la gestión manual de facturación. Los augurios de los más optimistas no se han cumplido, las pantallas no han logrado sustituir al papel y continuamos recogiendo del buzón nuestras facturas.

Pese a todo, la e-factura es una realidad con la que comenzamos tímidamente a convivir, gracias más, al impulso dado desde las Administraciones públicas -que la exigen a sus proveedores- y al efecto motor de las grandes superficies, que a otras razones objetivas y de más peso como la reducción de costes, la mejora de la gestión, o el aumento de la productividad y la rentabilidad.

El despliegue e impulso sin continuidad de la e-factura en España encuentra otro escollo en un universo normativo que en la actualidad no evita la convivencia de diferentes formatos, incompatibles entre si, que dificulta gravemente la interoperabilidad entre las empresas a la hora de intercambiar sus documentos electrónicos. A ello se añade la necesidad de compatibilizar sistemas de facturación tradicionales -en papel- y electrónicos que simplifiquen la relación comercial entre las empresas que operan con e-factura y las que no.

Esta nueva torre de Babel tiene una fácil solución y su nombre es interoperabilidad. La solución pasa por disponer de plataformas que permitan la comunicación "transparente" entre los diferentes formatos de factura electrónica e incluso entre éstos y las facturas en papel. Es decir, mediante la contratación de servicios que traduzcan estos formatos de analógico a digital y viceversa. Transparencia que se consigue con servicios externos cuyo coste se tarifica en función del volumen de facturación producido, o con sistemas integrados que llevan a cabo todo el proceso de facturación en una labor de outsourcing que permite a los trabajadores realizar tareas más productivas.

æpermil;sta compatibilidad de formatos hace a las empresas más competitivas y fuertes en un marco empresarial cada vez más global con independencia de su tamaño y actividad, dónde la colaboración y relación eficientes son cruciales. Sin embargo, no siempre es así ya que la interoperabilidad se ve obstaculizada por aquellas empresas que se benefician de la utilización de sistemas cerrados que exigen un sobreesfuerzo innecesario a la hora de facturar con otros sistemas. La estandarización es una necesidad que no sólo ahorrará costes y tiempo, sino que eliminará otras barreras que aseguren al cien por cien su operatividad.

Alberto Redondo. Director de Marketing y Canal de Seres

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