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Columna
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Exxon sigue a BP en la odisea rusa

El acuerdo de Exxon con Rosneft imita al de BP -pero sin los mismos compromisos-. La mayor explotación de EE UU en el Mar Negro es una versión mucho más pequeña del acuerdo de BP, con una diferencia crucial: no hay intercambio de acciones. No hace falta buscar mucho para descubrir por qué. BP ansiaba conseguir un segundo frente ruso después de la debacle del Golfo de México. Exxon no se encuentra en una situación tan desesperada.

No obstante, los dos convenios son similares. Ambos vienen de la necesidad urgente de Rosneft de obtener experiencia en perforación de aguas profundas de las grandes petroleras extranjeras. A pesar de todos sus problemas del año pasado, esta sigue siendo una de las ventajas comparativas de BP. Exxon tiene también una tecnología mejor que su rival ruso de propiedad estatal. Aunque el Mar Negro no es tan duro como el Ártico, los pozos aún deberán ser perforados a profundidades de hasta 2.000 metros -en busca de un petróleo que no será fácilmente reivindicable-.

El aspecto económico de ambos acuerdos también es parecido. Los socios extranjeros ponen el dinero inicial en efectivo y por adelantado; Rosneft aporta en forma de licencias y se lleva dos tercios en lo económico. Puede parecer un buen negocio para Moscú, pero ciertamente es un reflejo de la realidad. Los países ricos en recursos quieren quedarse una cuota en aumento de las ganancias y solo entremeten a los extranjeros cuando tienen algo distintivo que ofrecer.

Por supuesto, en el caso de BP, Moscú fue capaz de asegurarse una participación en su socio, debido a la vulnerable situación de la británica. BP no era precisamente popular en EE UU después del desastre del Golfo de México. También tenía una mayor exposición a Rusia que Exxon. El resultado es que Exxon ha mantenido su independencia, mientras que BP no se sacudirá fácilmente la engorrosa sospecha de que Moscú encontrará, de algún modo, algún día, la manera de aumentar su influencia.

Hugo Dixon

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