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Columna
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Efectos de una subida fiscal en Irlanda

La vacilación de Irlanda, como la de Hamlet, en pedir un rescate a la UE se ha transformado en un enfrentamiento entre los países con un régimen fiscal bajo y los acreedores de la Europa continental. Pero las quejas de Alemania y de otros países es que no comprenden la competencia desleal de Irlanda en materia de impuestos.

Hace 30 años, Irlanda era una nación pobre en la periferia de Europa, dependiente de su gran vecino, el Reino Unido. El mínimo impuesto de sociedades del 12,5% ayudó al país a alcanzar el mismo nivel. Ahora cuenta con empresas como Microsoft y Pfizer que han invertido miles de millones de euros. Obligar a Irlanda a elevar la tasa de impuesto, por ejemplo, al 20% -como quieren algunos de sus vecinos- no solo perjudica a la isla esmeralda, sino que podría afectar al resto de la zona euro.

La medida reduciría los ingresos de las compañías. Y el dinero adicional de una tasa más alta provocaría la salida de empresas. Es más, como la inversión se ha secado, el crecimiento económico sería limitado y los ingresos del impuesto sobre la renta y de otros tributos se verían también golpeados. Parece que otros países de la eurozona se beneficiarían de la cojera de Irlanda. Pero es probable que Google descarte desplazarse a países con impuestos altos, como Alemania o Francia, y prefiera los de bajo coste fuera de la UE, como Suiza. Y si tiene que elegir dentro de la UE, sería Reino Unido por la competitividad de su moneda, la flexibilidad laboral y un impuesto de sociedades relativamente bajo. La ironía es que el Reino Unido es el que más apoya la campaña de que Irlanda mantenga sus impuestos bajos. En la medida en que se vea afectada, es más probable que Irlanda pase bajo la tutela estatal del resto de los países de la eurozona. Aún cuando los argumentos económicos triunfen, Irlanda tiene la carta de la victoria: el resto de sus socios deseaba con desesperación que aceptase el plan de rescate para detener la podredumbre que se expande a Portugal y quizá a otros países. No solo deberá mantener la fiscalidad baja, sino que quizá lo hará.

Por Nicholas Dunbar

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