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Tribuna
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Educación financiera, ¿por qué ahora?

Los ciudadanos siempre han estado expuestos a riesgos financieros, pero sin duda en los últimos años éstos se han incrementado y son más difíciles de gestionar. El progresivo envejecimiento de la población, la globalización y unos sistemas financieros cada vez más complejos e interconectados hacen que las familias y los individuos se vean obligados a asumir nuevas responsabilidades a la hora de tomar decisiones sobre sus finanzas y, en consecuencia, en la gestión de los riesgos asociados a estas decisiones.

Hoy día la práctica totalidad de las decisiones importantes en la vida de una persona tienen un componente financiero que afecta no sólo al individuo que las toma, sino también a su entorno personal y familiar. Desde financiar los estudios, casarse, acceder a una vivienda, comprar un coche, realizar un viaje o contratar un seguro médico, hasta planificar la renta para la jubilación o gestionar el presupuesto familiar, requieren, cada vez más, de cierta habilidad y conocimientos financieros para no tener sobresaltos ni incurrir situaciones de riesgo no deseadas.

La rapidez de los cambios contrasta con una formación financiera de la población que no ha evolucionado al mismo ritmo, según confirman estudios realizados en diferentes países. Entre sus conclusiones, llama la atención que mucha gente no planifica con suficiente antelación. La consecuencia es que están más expuestos a endeudarse y a tener dificultades si cambian sus circunstancias personales, por ejemplo, en caso de un fallecimiento, una ruptura de una relación o un periodo de paro. Esta situación también dificulta que puedan disfrutar de un nivel de vida satisfactorio durante la jubilación.

Las personas que formaron parte de uno de estos estudios declaraban que la selección de un plan de ahorro adecuado para su jubilación les resultaba más estresante que acudir al dentista. Resulta asimismo llamativo, y preocupante, que las generaciones jóvenes están menos concienciadas y gestionan sus finanzas peor que sus padres, lo que evidencia el progresivo empeoramiento de la situación.

Es curioso cómo el ser humano normalmente se preocupa por formarse y por formar a sus hijos para ganar dinero, pero no siempre se pone el mismo énfasis en formación para saber gastarlo ni, más importante, para saber ahorrarlo y pensar en el futuro. Por ello, organismos como la OCDE y el FMI y las propias autoridades europeas, la Comisión Europea y el Ecofin, subrayan la importancia de mejorar la educación financiera y la necesidad de impulsar programas de formación dirigidos a todos los ciudadanos, comenzando por la escuela, adaptados a las necesidades de cada grupo de población.

Los estudios citados también coinciden en que los encuestados normalmente se sienten mejor capacitados en materia financiera de lo que realmente están. Por muchos esfuerzos que se hagan para poner al alcance de los consumidores actividades o materiales formativos, no servirán de nada si sus destinatarios no se muestran dispuestos a aprovecharlos. El paso previo fundamental es, por tanto, crear conciencia en los ciudadanos de la necesidad de adoptar con responsabilidad sus decisiones financieras, buscando y demandando la información que precisan, haciendo valer sus derechos y adoptando una actitud analítica ante las ofertas financieras que se les presenten.

En este contexto se enmarca el Plan de Educación Financiera de la CNMV y el Banco de España. Su fin es contribuir a la mejora de la cultura financiera de los ciudadanos tanto en sus conocimientos económicos generales como sobre sus finanzas particulares. Una cultura financiera mínima en ambos frentes es necesaria para un consumo financiero más responsable, basado en decisiones informadas y adecuadas a las circunstancias y necesidades de quien las toma, y a reforzar su confianza en el sistema financiero. Cuanto mejor capacitados estén los demandantes de servicios financieros, mejor será la calidad de los productos ofrecidos y mejor se adecuarán a sus preferencias, perfiles de riesgo y expectativas.

La educación financiera no debe contemplarse como un sustitutivo de la regulación y supervisión prudencial y de conductas sino como un complemento. En el primer caso, el fin es reforzar la posición de los agentes del lado comprador (los consumidores/inversores), en el segundo, prevenir malas prácticas en el lado vendedor (los intermediarios financieros).

María José Gómez Yubero.Directora de Inversores de la CNMV

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