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Tribuna
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Dumping hotelero

Con frecuencia aparecen en los medios de comunicación las rimbombantes opiniones de algunos importantes prebostes de la industria hotelera acerca de las diversas cuestiones de actualidad, incluidas las relativas al día a día de la política. De manera que como papagayos en celo repiten una y otra vez los mismos sketches que previamente han escuchado a sus mayores". Como no podía ser de otra manera, estos hoteleros son acérrimos partidarios del abaratamiento de los costos de despido y de todas las reivindicaciones ad hoc relacionadas con el mismo.

Sin embargo, los costos laborales, siendo una partida vital en las cuentas de explotación, no es el problema más grave al que se enfrenta el sector. En estos momentos, los dos principales desafíos de la industria hospedera hispánica, esperemos que coyunturales, son, por un lado, la caída de la demanda, en todos los destinos turísticos -nacionales e internacionales, principalmente en el segmento corporativo-; y, en segundo término, y mucho más grave, la caída considerable de los precios -ingreso medio por habitación ocupada-, acompañado del consiguiente derrumbe de la rentabilidad por habitación disponible, o revpar.

La debilidad de la demanda es de esperar que sea circunstancial y que la misma se vaya recuperando lentamente, gracias a los mercados internacionales, en general, y al norteamericano, en particular, principalmente si se consolida la actual paridad dólar/euro. En paralelo, para que se reanime la demanda es igualmente imprescindible que se recupere el mercado británico, aunque el cambio euro/libra (1/0,82) no es el óptimo a día de hoy.

De manera que la dificultad más grave, gravísima, por la que atraviesa el sector hotelero español es el desplome generalizado de los precios entre el 20%-30% desde el año 2008, y consecuentemente la pérdida de rentabilidad a niveles hasta ahora desconocidos. Y no por culpa de ningún enemigo externo, ni de los costos del despido, de la crisis del ladrillo, ni tan siquiera del déficit de las finanzas públicas, sino por nuestra propia negligencia, por la incompetencia de los hoteleros, de los grandes, medianos, pequeños y particulares. Nosotros, los empresarios hoteleros, todos sin excepción, somos los culpables de emplear como única estrategia comercial las bajadas de los precios de nuestros hoteles a niveles de dumping, sin ser conscientes de que descensos tan radicales como los aplicados en los dos últimos ejercicios nos costará varios años volver a recuperarlos. En la crisis de los años noventa, un centriquísimo hotel de la plaza de Colón madrileña necesitó seis ejercicios para igualar sus tarifas anteriores.

Y aquí es donde está el problema del sector, en los precios y en los empresarios que los autorizan; asunto del que no podemos culpar a Zapatero, ni lo va a solucionar Rajoy, ni la concertación social, ni tan siquiera la UE. Aunque todas las excusas son válidas para esconder la incompetencia empresarial.

El descenso de los precios de las habitaciones de hotel es culpa únicamente de los propietarios, de sus respectivos consejos de administración y de los gestores hoteleros. De los mismos que pontifican una cosa en público y practican otra en privado. De los que comercializan, comercializamos, seguramente la mejor planta hotelera de Europa, llena de excelentes establecimientos de tres, cuatro y cinco estrellas, que vendemos a los mismos precios que algunas pensiones. Los precios, por primera vez, son públicos. Ya no engañamos a nadie, sólo a nosotros mismos.

Y ante esta coyuntura, cabe preguntarse ¿qué papel juegan las asociaciones empresariales ante este problema?, ¿acaso se han planteado expulsar de su seno a los hoteleros que venden por debajo del costo operativo?, ¿y que podemos esperar del Tribunal de Defensa de la Competencia?, ¿no es igual de ilegal la concertación de precios al alza que hacer dumping?, ¿necesita este organismo público una denuncia previa o puede actuar de oficio?, ¿o tal vez la solución pasa por que tomen la iniciativa las asociaciones gremiales?

Mi opinión es que hay que dar un giro radical a la gestión de la industria hotelera, especialmente a la hora de fijar los precios de las habitaciones. Debemos aspirar a que los clientes paguen el precio justo por los servicios que reciben. Aun así los hoteles españoles seguirían ofreciendo precios muy por debajo de la mayoría de sus competidores europeos. De seguir con la actual estrategia, lo único seguro es que no conseguiremos aumentar las ocupaciones, sino arruinarnos más rápido.

Antonio Fernández Casado. Director General de High Tech hoteles (antoniofc@hthoteles.com)

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