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Columna
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Crónicas de la Gran Recesión

José Carlos Díez

Todos los fenómenos tienen un principio y un fin y por fortuna la maldita recesión que ha arrasado la economía mundial y la española se desvanece. En España, la tormenta alcanzó grado de huracán en el primer trimestre de este año provocando una contracción del PIB del 6% anualizada y la destrucción de 600.000 empleos a tiempo completo equivalente. En el segundo trimestre ha tomado tierra y ha perdido intensidad pasando a tormenta tropical. La contracción del PIB fue del 4% anualizada y destruyó 200.000 empleos. Las medidas para estabilizar el sistema financiero internacional, la inyección masiva de liquidez, la bajada de tipos y el aumento del gasto público comienzan a surtir efectos: han conseguido poner fin a la recesión y han evitado un nuevo episodio depresivo global como el de los años treinta.

Todas las partidas de la demanda interna siguen en terreno negativo, pero las exportaciones de bienes crecieron un 11% anualizado y las turísticas volvieron a situarse en positivo tras un desplome histórico en el último año.

El trimestre ha ido de menos a más y los datos mensuales de junio han sido mejores que los de abril. Esto implica que la inercia es creciente y que en el tercer trimestre la contracción del PIB será menor y la destrucción de empleo también. La mayoría de familias hipotecadas ya han revisado sus tipos y han visto aumentar significativamente su renta disponible efectiva. Además, las ayudas directas a la compra de automóviles comenzaron en junio, por lo que en el próximo trimestre las ventas de autos tendrán una contribución positiva y acabarán con la mayor contracción del consumo privado desde que tenemos estadísticas comparables.

La inversión en equipo ha moderado su caída en el segundo trimestre, pero los pedidos de bienes de capital anticipan que seguirá cayendo el próximo trimestre. Luego esperamos que se estabilice durante algunos trimestres. La oveja negra del PIB es la inversión residencial. Sigue desplomándose un 20% anualizado y con un peso próximo al 6% del PIB explicó un 25% de la caída del producto en el pasado trimestre. La inversión en vivienda se ajusta con retraso, por lo que seguirá teniendo contribuciones negativas al menos hasta el próximo verano, aunque irá perdiendo intensidad gradualmente a partir del cuarto trimestre. Conclusión: el consumo, las exportaciones y la inversión pública sacarán a España de la recesión antes de final de año, aunque la vivienda será un lastre en la recuperación.

Ahora que acaba la recesión llega el momento de analizar con calma lo que ha sucedido en el último ciclo completo de la economía española que comenzó en 1994. En la fase expansiva, nuestro purasangre recortó diez puntos de renta por habitante a nuestros socios europeos y en la recesión no hemos perdido ni una décima.

Las preocupaciones que nos obsesionaron en la fase expansiva -falta de competitividad, diferencial de inflación, baja productividad, déficit por cuenta corriente y burbuja inmobiliaria- se han subsanado significativamente en la fase recesiva. Nuestras empresas exportadoras han acabado con el mito de nuestra falta de competitividad. Las exportaciones de bienes en el último año han caído próximas al 15%, mientras las mundiales descendían un 18% y las de la OCDE un 21%, por lo que hemos ganado cuota mundial en la crisis. Además, hemos sido, junto a Japón, el primer país desarrollado en engancharnos al nuevo ciclo expansivo del comercio mundial que comenzó el pasado mes de marzo y que anticipa sorpresas extremadamente positivas en los próximos meses.

El mito de la falta de competitividad se basaba en la creencia de nuestro bajo crecimiento de la productividad pero en el último año nuestra productividad por empleado ha aumentado un 3% mientras la de nuestros competidores, especialmente Alemania, se desplomaba. Esperemos que ahora los Krugman, Blanchard, Roubini y compañía dejen de pensar que la convergencia de renta de España se debía exclusivamente a nuestra obsesión por el ladrillo. Todo esto, junto al desplome de nuestra demanda doméstica que ha caído más del 7% y ha hundido nuestras importaciones, explica que nuestro déficit por cuenta corriente se haya corregido con fuerza y el año que viene se situará próximo al 3% del PIB. No obstante, la refinanciación de nuestra deuda externa en unas condiciones de accesibilidad al crédito internacional más restrictivas seguirá siendo un handicap para el potencial de crecimiento de nuestro purasangre.

Ahora la mayor preocupación es la elevada tasa de paro, absorber el exceso de oferta de vivienda y la restricción del crédito. La restricción de crédito es la causa principal que ha explicado el desplome de la inversión y del consumo de bienes duraderos, pero tras una gran recesión las empresas reducen su dependencia del crédito bancario y autofinancian sus nuevas inversiones. Es lo que Guillermo Calvo ha denominado el "milagro del Ave Fénix" y se ha producido sistemáticamente en las crisis similares de las últimas décadas. Por esta razón, el próximo año serán las entidades financieras las que tengan que acometer estrategias activas de concesión de préstamos.

Los precios de la vivienda en términos reales acumulan una caída superior al 30% de promedio, las iniciaciones de viviendas son la mitad de la demanda potencial y los tipos de interés hacen que los ratios de accesibilidad se sitúen de nuevo en situación de compra. Para demostrar que las profecías pueden ser optimistas, en la próxima década los precios de la vivienda volverán a subir y se volverá a hablar de burbuja inmobiliaria.

El asunto más preocupante y más complejo de resolver es bajar la tasa de paro, que alcanzará niveles próximos al 20%, lo cual es socialmente inaceptable. En 2010 nuestra productividad volverá a crecer tendencialmente entre un 1% y un 1,5% y el PIB tendrá que crecer por encima de ese nivel para crear empleo. Pasada la tormenta, la población activa también volverá a crecer, aunque previsiblemente con mucha menor intensidad -aproximadamente al 1% o 1,5%-. El PIB tendrá que crecer próximo al 2,5% para que baje la tasa de paro, por lo que, al igual que el pasado ciclo, tardaremos mucho en volver a ver tasas de paro de un dígito.

No obstante, en el cuadro adjunto se puede observar cómo nuestro mercado de trabajo se diferenció de nuestros competidores en el último ciclo. Lo más preocupante es que hemos explicado prácticamente la totalidad de la destrucción de empleo de la economía europea desde que comenzó la crisis financiera, pero lo más impresionante es que, incluyendo la recesión, hemos creado uno de cada tres empleos de la Eurozona, el doble que nuestros principales socios europeos, y tenemos un 50% más de ocupados que en 1994. Sin duda un caso de estudio internacional.

Acabado lo peor, ahora toca seguir reestructurando nuestro sistema bancario, estabilizar las finanzas públicas para minimizar el efecto expulsión sobre la inversión privada, reducir la prociclicidad de nuestro mercado de trabajo, favorecer que las empresas emprendedoras se encarguen de absorber el exceso de capacidad, eliminando burocracia y barreras que limitan la competencia, etc., pero mejor hacerlo con una economía que crece que con una que estaba en caída libre. No obstante, la ambición y destreza con la que resolvamos estas encrucijadas condicionarán el desempeño de nuestro purasangre en el futuro. Cómo decía el filósofo, "si quieres, puedes, y si puedes, debes".

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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