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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Comienza la nueva era de las cajas

La asamblea de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) certificó ayer el inicio del nuevo orden de la mitad del sistema financiero nacional. En este contexto, la designación del ejecutivo número uno del sector, Isidro Fainé, como máximo responsable de la organización no es baladí. Como tampoco lo es que el también presidente de La Caixa se empleara a fondo y lograra, haciendo gala de su proverbial mano izquierda y tozudez, conformar una dirección de consenso, incorporando como vicepresidente primero a Amado Franco, el otro candidato a dirigir la CECA. Y es que un peso pesado al frente y un equipo cohesionado son dos bazas imprescindibles para afrontar el auténtico tsunami en el que se encuentra sumido el mundo de las cajas de ahorros y con el que habrá de convivir durante bastantes meses.

Es evidente que en un par de años, el mapa de las cajas no se parecerá en nada al que existía cuando estalló la crisis. Ni en el número de entidades, ni en la estructura de capital, ni en la composición de los órganos de representación. Lograr que esa revolución se haga de forma ordenada y sin más sobresaltos de los esperados va a ser una tarea no sólo ardua, sino vital para el futuro de la economía española, por cuyas venas circula la sangre que inyectan las cajas y los bancos a partes prácticamente iguales.

Para que ese orden se logre, resulta absolutamente imprescindible que comiencen a tomarse decisiones con celeridad. En primer lugar, todos los actores -léase Gobierno central y autonómicos, Banco de España, entidades y agentes sociales- han de despejar incógnitas y facilitar la travesía. Cada día que pasa sin aclarar el panorama es una pequeña pero constante merma de credibilidad. En este sentido, el mensaje del nuevo presidente de la CECA, reconociendo la delicada situación del sector y apostando por una rápida solución, apunta en la dirección correcta.

Pero esa necesaria recomposición, ha de completarse con una profunda reforma legislativa, cuyos ejes ya están definiendo el Ministerio de Economía y el Banco de España, con una orientación claramente atinada. Es claro que las cajas necesitan capital y que nadie está dispuesto a ponerlo a cambio de poco o nada. Isidro Fainé es consciente de ello y, a la vez, de que no se puede acabar de un plumazo con la naturaleza de las cajas. De ahí su reflexión sobre los trajes a medida en función del estado de cada entidad.

El impulso a la profesionalización en la gestión de las cajas es otro de los asuntos prioritarios a abordar. Si se quiere lograr una auténtica modernización del sector, es inevitable una reducción del peso de los partidos políticos en su seno. Y evitar que cargos electos ocupen sillas en los órganos de representación se ajustaría de lleno a esa filosofía. En definitiva, las cartas están sobre la mesa y los mejores jugadores preparados. Buena mano.

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