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Tribuna
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China y Japón, economías con el paso cambiado

En el año 1968, Japón alcanzaba el estatus de segunda economía mundial tras superar su PIB al de Alemania. Cuarenta y dos años más tarde, China ha arrebatado a Japón esta privilegiada posición, tras crecer a una media del 10% durante los últimos 30 años.

Además, a principios de este año China superaba a Alemania como primer exportador mundial y es desde hace algún tiempo el primer productor (y consumidor) de vehículos en el planeta, por lo que podemos afirmar sin lugar a dudas que nos encontramos ante uno de los fenómenos de expansión económica más importantes en la historia de la humanidad.

Difícilmente esta tendencia va a revertirse, especialmente teniendo en cuenta que las perspectivas de crecimiento para Japón se sitúan entorno al 2% para 2011, y en el caso de China están sobre el 9%.

Este ranking, sin embargo, está comparando el tamaño absoluto de ambas economías, que todavía se encuentran en estadios de desarrollo muy diferentes si tenemos en cuenta que la población de China es más de 10 veces superior a la japonesa. En términos de renta per cápita, Japón alcanzó los 39.727 dólares el año 2009, mientras China apenas supera los 3.700 dólares. Por tanto, la diferencia entre Japón y China es todavía grande si comparamos la riqueza de cada uno de sus habitantes, aunque todo parece indicar que se va a reducir de forma sustancial en el futuro.

Así, la coyuntura en China es esencialmente favorable: muchas empresas locales han alcanzado ya un grado de madurez tecnológica similar al de sus competidores occidentales, el consumo interno es cada vez más una importante fuente de crecimiento junto con la inversión y las exportaciones y las cuentas públicas están saneadas, de forma que la deuda pública no alcanza el 30% del PIB. Por otra parte, el plan de estímulo fiscal puesto en marcha por el Gobierno a finales del año 2008 ha dado buenos resultados y el país prácticamente no se ha resentido de la crisis, debido a que ha podido compensar la caída de las exportaciones con un mayor consumo interno.

No obstante, hay también algunos claroscuros en esta ecuación del progreso chino que, según muchos analistas, debería de llevar al país a superar a Estados Unidos en un periodo de unos 20 años. El primero de ellos es el deterioro medioambiental provocado por este progreso, que es patente en las ciudades, ríos o bosques del país. Podríamos mencionar también las desigualdades que ha creado este rápido enriquecimiento o las lagunas en los sistemas de protección social como algunos de los factores de riesgo que China va a tener que afrontar si quiere crecer de una forma sostenible y más ordenada. No es oro, por tanto, todo lo que reluce y los retos son también de una gran magnitud. Más a corto plazo empieza a preocupar la situación del mercado inmobiliario, debido al considerable aumento en los precios que las viviendas (especialmente en la zona costera) han experimentado en los últimos años. Esperemos que los chinos aprendan de la experiencia de Europa, Estados Unidos o Japón para invertir el capital en sectores productivos en lugar de especular en inmuebles.

Por su parte, Japón es un país sumido aún en los problemas que lo han llevado a una época de estancamiento que, salvo en breves periodos, se ha prolongado durante los últimos 20 años. Aunque el Banco de Japón sigue manteniendo los tipos de interés al 0,1% ayer, los bajó al 0% la economía no se activa, el peligro de la deflación sigue latente y con un endeudamiento público cercano al 200% del PIB no hay margen de maniobra para que el Gobierno pueda intervenir en la reactivación de la economía. La situación política es también delicada, y buena prueba de ello es que durante los últimos cuatro años el primer ministro ha cambiado en cinco ocasiones.

En 2009 se produjo un cambio histórico que llevó al partido democrático japonés (DPJ) al poder tras 55 años de Gobierno casi ininterrumpido del partido liberal democrático (LDP). Se abría una nueva etapa en la que se esperaba acabar con muchos de los errores del pasado, pero hasta la fecha estos cambios no se han producido y la credibilidad del Partido Democrático ante sus votantes es cada día más escasa.

Nos encontramos, en definitiva, ante dos economías con el paso cambiado: por un lado, China es el paradigma de país en vías de desarrollo en el que hay inmensas oportunidades que tanto locales como extranjeros intentan aprovechar, mientras Japón es un país desarrollado cuya población vive más temerosa del futuro y de sus riesgos que de las oportunidades.

Amadeo Jensana Tanehashi. Director de Círculo de Programas Económicos y Cooperación

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