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Tribuna
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Barreras al uso de las TIC

El desarrollo de la sociedad de la información en España no acaba de despegar, subraya el autor. Considerarlo como un mercado de demanda en lugar de como una reacción al mercado de oferta ayudará, en su opinión, a identificar las posibles barreras para la adopción y uso de las TIC

Aunque pensamos que la sociedad de la información (SI) es un modelo socioeconómico y relacional mucho más amplio que la simple generalización del acceso a internet, debemos reconocer que su desarrollo se está evaluando, simplistamente, como el uso de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) para operar en internet.

Nuestros políticos están preocupados porque ese desarrollo es más lento de lo deseable y quieren conocer las causas de este retraso, entre ellas la posible existencia de barreras a la adopción y uso de las TIC para acceso a la red. Curiosamente, no parecen prestarle tanta atención al propio uso de la red y sus efectos directos e inducidos en las pautas de comportamiento, relaciones, transacciones y creatividad de nuestros internautas, es decir, al surgimiento de un nuevo modelo societario.

Para identificar las posibles barreras han optado por estudiar los perfiles de los internautas, presuponiendo que las características asociadas a aquellos segmentos de población más reacios a su adopción son inhibidores del proceso. Por ejemplo: edad, grado educativo, nivel de ingresos, situación ocupacional, posición respecto a las TIC, etcétera. Esto explicaría la poca penetración en los mayores, iletrados y empleados marginales. Sin embargo, no sirve para explicar las diferencias por sexo, tamaño de población o comunidad autónoma de residencia, especialmente cuando ya no hay diferencias resaltables en educación o en dotaciones de infraestructura.

Creemos que existe una polarización a considerar la adopción de las TIC y el acceso a internet como la reacción a un mercado de oferta, cuando, precisamente por el efecto personal del proceso se debería considerar como un mercado de demanda. El ciudadano accederá a la red sólo si espera obtener alguna satisfacción, y ello conllevará la adopción de las TIC.

Se puede constatar este enfoque personalista en la adopción de otros objetos digitales que también son parte de la SI. ¿Existen los mismos inhibidores e impulsores en las consolas, MP3, máquinas fotográficas digitales, juegos electrónicos, etcétera? Quizá la edad joven, que conlleva un mayor afán por el entretenimiento y una mayor facilidad para usarlas, pero dudamos que la educación o los ingresos pesen en la decisión de compra y uso de esos dispositivos. Lo cierto es que se adoptan por el hecho de obtener una satisfacción inmediata, y no se hace cuando ésta es dudosa, como en la TDT y la TV de pago.

Creemos que las características de los perfiles son simples cualificaciones personales, por tanto mudables con el tiempo, y de difícil compensación por parte de la oferta para neutralizar su posible carácter inhibidor. Si realmente fueran inhibidores significaría, en el límite, que no hay esperanza de adopción de las TIC para los grupos reacios a adoptarlas

Consecuentemente con nuestra visión de que esa adopción es un proceso de demanda, pensamos que su conocimiento no se puede tratar como un estudio típico de mercado que identifique los segmentos poblacionales más proclives a aceptar la oferta. Lo que habría que investigar es el racional del proceso decisorio de adquisición de las TIC y su uso en la red.

Intuitivamente se nos ocurre que las motivaciones de adquisición de equipamientos TIC y su uso en la red pueden ser de varios tipos. Unas personales, unidas a las inquietudes, gustos y particularidades del individuo, como la curiosidad, el deseo de conocer, la actividad profesional, el modelo de relaciones sociales practicado, el tiempo excedente disponible, etcétera. Otras del entorno, unidas al ámbito de relaciones y de convivencia ciudadana, como el ambiente familiar, el espacio físico personal para acceder frente a los accesos públicos disponibles, la sintonía con los amigos en cuanto a sus actividades en la red, la oferta local de ocio alternativo, etcétera. Otras de oferta, unidas a la usabilidad y a la satisfacción personal alcanzable, como la libertad de acceso, la facilidad de uso de las interfaces, la disponibilidad de productos y contenidos atrayentes, etcétera. Y otras morales, unidas a los convencionalismos, la confianza y la seguridad, como el anonimato, la compartición, el desinterés, el temor a fraudes y engaños, etcétera.

En conclusión, creemos que el deseo de conectarse y el decidir hacerlo son opciones personales lamentablemente aún poco conocidas.

Emilio Lera, Analista del sector tecnología de la información

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