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Columna
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El Banco Central Europeo y España

José Carlos Díez

Hoy se reúne el Consejo de Gobierno del BCE y, después de que Bernanke anunciara la existencia de brotes verdes la pasada primavera, Jean-Claude Trichet y los consejeros empiezan a reconocer que la recuperación es más intensa de lo esperado. En julio de 2008, el BCE subió tipos por temores inflacionistas cuando la economía estaba técnicamente inmersa en la peor recesión en décadas y han reconocido la existencia de brotes verdes cuando Eurostat estaba a punto de publicar el PIB del tercer trimestre con un crecimiento del 1,5% anualizado.

Lejos de llevar a una reflexión seria en el seno del Consejo sobre los errores cometidos y sobre la necesidad de acometer cambios para evitarlos en el futuro, el Consejo apuesta por la supervisión macroprudencial del sistema bancario para evitar crisis financieras en el futuro y no dudan en pensar que ellos son los más adecuados para anticipar la próxima crisis.

Lo más increíble es que el BCE cuenta con la compresión de la Comisión Europea, que no criticó la subida de tipos de julio de 2008, ya que afirmaban que Europa estaba fuerte y no se vería afectada por la crisis financiera, y Angela Merkel está proponiendo como sustituto de Trichet a Axel Weber, presidente del Bundesbank y el líder halcón que fracturó al Consejo el pasado verano, forzándolo a cometer un error histórico. Si el bueno de Platón levantara la cabeza, estaría preocupado con una Europa que lejos de apostar por la meritocracia propone ser gobernada por los que han cometido errores tan de bulto.

Ahora, los inversores temen que el Banco Central Europeo recupere el misal monetarista y se asuste por la elevada liquidez, retirándola con mayor rapidez de la que la economía puede soportar y acaben provocando una recaída, confirmando el escenario de W que defienden Nouriel Roubini y compañía.

Si atendemos a la historia, este escenario es muy poco probable. El BCE siempre se pasa de frenada en la fase expansiva y siempre acelera con retraso en la fase de recuperación, siguiendo el patrón de comportamiento del Bundesbank antes del euro en Alemania. En 2001, el BCE también se pasó de frenada, llevó los tipos al 2% y luego no subió tipos hasta diciembre de 2005. En esta ocasión, no esperamos subidas de tipos del BCE hasta el próximo verano y las subidas serán muy graduales.

En España, ahora que nuestro pura sangre está sorprendiendo a propios y extraños y todo apunta que en el cuarto trimestre tendremos un PIB con crecimiento trimestral, lo cual daría por finalizada la recesión, la nueva amenaza es la subida de tipos del BCE. Además, los miembros del Consejo vienen de visita a España y dicen con naturalidad que les preocupa nuestra elevada tasa de paro y nuestro déficit público, preocupaciones que comparte el que escribe.

La paradoja es que los errores del BCE al acentuar la subida del euríbor aceleraron la recesión y la destrucción de empleo en España. Por supuesto que el Banco Central Europeo no provocó nuestra recesión pero de haber acertado en el diagnóstico y en la estrategia, sin duda nuestra tasa de paro y nuestro déficit público serían significativamente inferiores en la actualidad. Para compensar, que el BCE retrase su escenario de salida es extremadamente favorable para España. Pero incluso con una subida de tipos oficiales esperada el próximo año, nuestra economía tendrá un impulso monetario positivo que apoyará el escenario de recuperación. La mayoría de hipotecas se renuevan anualmente y muchas lo han hecho en el segundo semestre de 2009, por lo que seguirán disfrutando de tipos anormalmente bajos muchos meses, apoyando la normalización de la tasa de ahorro y del consumo privado.

Por otro lado, nuestras entidades, con severas restricciones de liquidez, mayores costes de financiación y temor a la morosidad han aumentando los diferenciales que aplicaban a sus tipos efectivos en la concesión de crédito en los dos últimos años. Ahora, consiguen financiación mayorista a mayor plazo y a menor coste y la morosidad empresarial ya da señales de moderación, lo cual está favoreciendo una normalización gradual del crédito, sin ella no sería posible explicar el aumento de las ventas de coches, de exportaciones o la inversión en equipo en el tercer trimestre, y una reducción de los diferenciales que aplican, lo cual neutralizará las subidas de tipos del BCE el próximo año. Ánimo, nosotros también podemos.

José Carlos Díez. Economista jefe de Intermoney

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