Apuntalar la recuperación del turismo
Tras dos ejercicios consecutivos en caída libre, el sector turístico español comienza de nuevo a atisbar la luz. Si enero y febrero apuntaban ya hacia un cambio de tendencia, con un crecimiento del 4,5% respecto al mismo periodo del año anterior, las cifras que maneja la industria de cara a los próximos periodos vacacionales consolidan ese avance y devuelven la situación a niveles anteriores a la crisis. Las previsiones prevén un alza de las reservas de verano del 7% sobre el ejercicio precedente, mientras que la ocupación en Semana Santa crecerá un 5%. Alemania y los países nórdicos son los dos grandes motores que explican ambos movimientos.
En un entorno económico exangüe como el actual, estos datos de recuperación turística son, ante todo, una buena noticia. Pese a ello, tal y como el propio sector reconoce, la clave de ese repunte ha de buscarse principalmente en factores coyunturales. Es el caso de la mejoría de la economía alemana, por un lado, y de la menor exposición a esta crisis de las economías nórdicas, por el otro. Una conjunción de elementos positivos a los que hay que sumar el desplazamiento de visitantes que ha provocado -en beneficio de España- la creciente inestabilidad política que sacude el norte de África. Respecto a este último elemento, los empresarios turísticos advierten del peligro de un desplome de precios en la región como gancho para recuperar la cuota perdida una vez que la calma vuelva a la zona.
Junto a la legítima satisfacción por la mejora de perspectivas a corto y medio plazo, la industria turística española no debería olvidar la necesidad de abordar una serie de reformas estructurales destinada a mejorar su competitividad y a alimentar un crecimiento futuro sostenido. Objetivos como la construcción de una oferta de calidad pensada para atraer a un visitante de nivel adquisitivo más elevado, la mayor profesionalización de los servicios y una mejor adecuación de la política de precios a la calidad real de la oferta deben continuar siendo asuntos prioritarios en la agenda de los empresarios españoles.
Desde la industria se reivindican con firmeza diferentes medidas para reforzar la solidez del sector, como la promulgación de una ley de huelga que libere a las empresas del yugo de estar a merced de la presión de determinados colectivos o el abaratamiento de unas tasas aeroportuarias que permitan atraer a turistas de mercados emergentes. Todas ellas son peticiones razonables, pero perfectamente compatibles con la realización de un esfuerzo que permita reconvertir la industria turística española y ponerla en condiciones de hacer frente a una oferta internacional cada vez más globalizada y competitiva. Esa es la labor que resta para apuntalar la recuperación de un sector, el primero del país en términos de PIB, que es clave para todo el conjunto de la economía española.