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Columna
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Hasta nunca 2009

José Carlos Díez

La encuesta de población activa del cuarto trimestre pone fin al peor año en términos de empleo de las últimas décadas. La economía española ha destruido 1,2 millones de empleos el pasado año. Destaca el sector de la construcción que supone el 10% de los ocupados y ha explicado un tercio de la destrucción de empleo.

No obstante, el año ha ido de menos a más y en el segundo semestre la realidad ha superado las previsiones, pero por primera vez desde que empezara esta maldita crisis las sorpresas han sido positivas.

En el último trimestre, corrigiendo el efecto estacional, la economía destruyó 66.000 empleos versus los 134.000 del trimestre anterior y a años luz de los 688.000 empleos destruidos en el primer trimestre del año. La sorpresa negativa en el último trimestre se produjo en el sector servicios que volvió a destruir empleo, en contra de los datos de afiliaciones a la Seguridad Social, y destaca una intensa destrucción de empleo en las Islas Baleares que con el 2,5% del total de ocupados destruyó 54.000 empleos, el 25% del total de los empleos perdidos en todo el país.

La destrucción de empleo en el cuarto trimestre fue del 1,5% anualizada, próxima al crecimiento tendencial de la productividad, por lo que el PIB habrá permanecido estable y podemos dar por finalizada la recesión, casi un año antes de los previsto por el consenso de economistas hace tan sólo unos meses.

En el primer trimestre esperamos que la tasa de paro vuelva a aumentar hasta niveles próximos al 20%, fijando el techo de paro, y comenzaría a caer gradualmente a partir de la primavera. En el sector de la construcción estimamos que queda por destruir unos 200.000 empleos y a partir del segundo trimestre, una vez que el empleo en construcción se estabilice, el sector servicios permitirá a la economía generar empleo neto, aunque la recuperación del mismo será muy gradual, al igual que lo serán las ventas de las empresas.

En 2009 también ha finalizado el ciclo económico que comenzó en 1994 y cuando comparas la situación de partida, los datos invitan a seguir siendo optimistas con nuestro pura sangre. A pesar de la intensa destrucción de empleo del último año, seguimos teniendo un 50% más de ocupados que al comenzar el ciclo, lo cual ayuda a explicar que la Seguridad Social haya finalizado el año con un superávit del 0,8% del PIB.

España sigue siendo el país que más empleo ha creado en Europa desde el nacimiento del euro. Uno de cada tres empleos creados en la eurozona ha sido en nuestro país, hemos creado el doble de empleos que Alemania y el triple que el Reino Unido. Cuatro millones de inmigrantes han llegado a España en la última década, el triple de los llegados a Reino Unido o seis veces más que a Alemania.

Por lo tanto, estamos hablando de una economía muy diferente pero que se ve obligada a reinventarse a si misma ya que muchas de las variables que sustentaban el ciclo anterior ya no se repetirán. Nuestros tipos de interés ya son bajos, tardaremos décadas en volver a ver unas condiciones tan accesibles a la financiación internacional y volverán a venir inmigrantes pero no con la intensidad de la última década.

En 1993, nuestro déficit público estaba próximo al 7%, nuestra tasa de paro al 25%, nuestros tipos de interés eran de dos dígitos, nuestro diferencial con Alemania de 500 puntos, tuvimos que intervenir Banesto, el sector residencial se hundió, había las mismas dudas sobre nuestra capacidad de recuperación y hemos reducido nuestro diferencial de renta por habitante con la eurozona 15 puntos porcentuales.

No se trata de inventar la rueda. En 1959, nuestra diferencia de renta por habitante con Alemania era la misma que tiene Bulgaria y ya les tenemos con control visual, como dicen en la Fórmula 1. Esta economía ha demostrado que cada vez que mejoras la regulación y la eliminas burocracia y trabas a la actividad empresarial es muy agradecida y tiene un elevado potencial de crecimiento.

El Gobierno ha iniciado, con retraso pero con ímpetu la agenda de reformas, desde la Ley de Economía Sostenible, pasando por la Ley âmnibus, el sistema de pensiones, el plan de austeridad y sólo quedaría la madre de todas ellas: el mercado de trabajo. Los desempleados y los inversores internacionales, los ojos que todo lo ven, acogerán con agrado la señal.

José Carlos Díez. Economista jefe de intermoney

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