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Análisis

Lo quiera o no, su cartera está sin diversificar

La crisis está tumbando un sinnúmero de mitos sobre los mercados de valores, pero también está creando alguno nuevo. El cambio de peso específico entre los inversores particulares, los institucionales y las máquinas de trading está moviendo los cimientos del mercado hasta el punto de invalidar, o matizar al menos, dogmas de actuación más que consolidados. Por ejemplo, la versión financiera del dicho de no poner todos los huevos en la misma cesta es la diversificación de activos.

Sobre el papel, tener el dinero en distintas categorías de activos reduce los riesgos. Si una cosa baja, otra subirá, o al menos caerá menos. Sin embargo, en los últimos tiempos el sistema no funciona tan bien, pues todos los activos van en similares direcciones. El mercado se mueve en bloque, quizá dirigido por las dichosas máquinas.

Según Bloomberg, la correlación entre las variaciones semanales del euro y el Ibex ha pasado del 0,311 entre 2007 y 2011 al 0,505. Esto significa que hasta 2010 las variaciones del euro explicaban el 31% de la variación del Ibex, y que ahora explican más de la mitad de la evolución del índice.

El bono ha pasado de ser casi totalmente independiente de la Bolsa (correlación del 0,06) a explicar también en torno al 42% del movimiento de la Bolsa. La vinculación entre la evolución del petróleo y el euro también ha crecido, hasta un 0,6, respecto al 0,4 anterior a este año.

La primera víctima de la mayor correlación entre activos puede ser, quizá, determinada industria de fondos. La teoría moderna de carteras es la formulación matemática de la tesis de la diversificación. Si una cartera está suficientemente dispersa, el riesgo colectivo de la cartera es inferior al de cada uno de sus componentes... siempre y cuando éstos no estén correlacionados.

Según esta tesis no importa tanto la selección de los activos como que el peso de cada uno de ellos en la cartera sea leve. Por el contrario, algunos gestores siguen apostando por la selección en un puñado de valores cuyos fundamentos económicos no están recogidos en el precio. Es decir, la idea contraria, pues al apostar por unos valores la diversificación se elimina.

El mercado actual parece dar la razón a estos últimos. Al fin y al cabo, si toda la Bolsa, los bonos, las divisas y las materias primas se mueven al unísono, ¿qué sentido tiene darle el dinero a un gestor de fondos para que lo reparta?

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