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Los lunes de los fondos

La próxima década del Ibex Líderes

La Bolsa española ha perdido comba, pero hay factores positivos para el medio y largo plazo.

Normalmente dejo pasar un buen número de meses hasta que vuelvo a repasar la situación alrededor de la Bolsa española, uno de los activos financieros que más peso sigue teniendo en las carteras de los inversores nacionales. Pero la inusual caída que se registró desde mediados de enero justifica una actualización.

Efectivamente, mientras que el índice norteamericano Dow Jones Industrials experimentó una corrección de aproximadamente un 5% en la primera semana de febrero -guarismo absolutamente normal en el contexto histórico de los ciclos alcistas- nuestro Ibex 35 se desplomó un 16%. Las turbulencias causadas por los problemas de la deuda en Grecia, con posibles ramificaciones a otros países periféricos del área euro como España, también pasó factura al índice de referencia de la región, el Euro Stoxx 50.

Sin embargo, la corrección de este índice fue claramente más moderada y no llegó al 10%, lo que abría un escenario totalmente desconocido para un Ibex acostumbrado a descollar entre los mercados bursátiles desarrollados. Recordemos que incluso en el pasado año 2009, donde a los problemas de la economía española se unía un retraso en la salida de la recesión con respecto a nuestros socios, la Bolsa española logró situarse una vez más entre las más rentables.

El PER del Ibex está entre los más bajos de Europa y por debajo de la media

Este acontecimiento alentó las llamadas de atención de un nutrido grupo de analistas y gestores que desde hace algunos años y de manera fallida (en cuanto a los rendimientos se refiere) han venido defendiendo la conveniencia de ir corrigiendo el sesgo que los inversores españoles tienen hacia la renta variable nacional. La recomendación sería ir aumentando la internacionalización de las carteras de inversión, no sólo por sus claros beneficios de proporcionar una mayor diversificación, sino por una previsión de que la economía española sufrirá especialmente en los próximos años y se quedará rezagada respecto al resto. El hecho de que cerca de la mitad de los ingresos de las compañías cotizadas en el mercado continuo provengan de España aconsejaría según estos analistas reducir la exposición al mismo.

El gráfico central muestra la evolución de los índices Lipper, que reflejan el comportamiento histórico en la última década de los fondos que invierten en Bolsa española, Bolsa europea y Bolsa de mercados emergentes globales. Al brillo de los fondos de renta variable española sobre los de otros mercados desarrollados sólo le hace sombra el de los mercados emergentes. La cuestión que se le debiera plantear a los inversores tanto minoristas como institucionales es si finalmente es el momento de escuchar a aquellos analistas y gestores escépticos sobre la evolución relativa de la Bolsa española. En definitiva, ¿tendrá el gráfico central un aspecto muy diferente cuando tracemos la evolución de estos índices dentro de diez años?

En primer lugar, nos encontramos con la evolución de la economía doméstica. Si nos atenemos a los datos de los dos últimos trimestres y a la mayoría de previsiones para los dos próximos años, la economía española se situará en la cola de los países desarrollados y por supuesto muy lejos de los emergentes.

Este inferior nivel de actividad pasaría sin duda factura al todavía importante componente doméstico de ingresos y beneficios de las compañías cotizadas. En este punto yo les sugeriría perspectiva y no dejarse llevar por las corrientes mayoritarias.

Más bien creo en el lema que reza "ni catástrofe ni fiesta". Mi escenario central desde hace tiempo es que posiblemente suframos uno o dos años malos en términos relativos, asociados a factores relacionados con los excesos del sector inmobiliario. Sin embargo, probablemente hayamos salido ya de la recesión y lo que es más importante, existe una serie de factores de medio y largo plazo que nos siguen favoreciendo y que, en cuanto eliminemos nuestros problemas de apalancamiento y nuestros principales socios se recuperen, materializarán la realización de nuestro potencial de crecimiento.

En lo que respecta al componente exterior de los ingresos y beneficios de las compañías cotizadas, es algo inferior al de nuestros principales socios europeos (alrededor de un 55% frente a dos terceras partes según los últimos datos). Sin embargo, las compañías que marcan el devenir del Ibex son no sólo líderes globales en sus sectores sino compañías muy bien gestionadas y que siguen ganando cuota de mercado con su consiguiente repercusión positiva en los beneficios y su evolución bursátil.

Ello quedaría reflejado en un informe que la compañía Starmine, perteneciente al grupo Thomson Reuters, publica mensualmente sobre beneficios y valoraciones de compañías. Starmine analiza a los analistas y destaca a los mejores. En este informe elabora una media de crecimientos de beneficios y PER (precio dividido por beneficio por acción) tomando en consideración sólo los mejores analistas y su últimas estimaciones. El informe revela que el PER de la Bolsa española para los doce próximos meses en enero pasado se situaba en 12 veces, entre los más bajos de Europa y claramente por debajo de la media.

Horizonte y fondos de inversión

El escenario más probable que se desprende es que posiblemente no disfrutemos de una década prodigiosa como en el pasado pero tampoco habrá desvinculación respecto a los principales mercados bursátiles europeos.

Los fondos de inversión de Bolsa española, a pesar de algunas críticas, lo han venido haciendo razonablemente bien, como puede observarse en el cuadro a pie de página.

Destacan los 15 fondos de inversión con mejor rentabilidad a cinco años en comparación a varios índices de referencia como el Ibex 35, el Índice General de la Bolsa de Madrid o el índice Lipper, que refleja el comportamiento de los propios fondos.

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