Italia aborda el mandato de la UE con bronca política

Publicaba ayer el diario La Repubblica que el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, aceptó renunciar en enero próximo y convocar elecciones anticipadas para lograr un pacto el martes con la Liga Norte, partido con el que, mediante una malograda coalición, se mantiene en el poder. De confirmarse, Il Cavaliere estaría negociando con un futuro político que todo el mundo pone en duda.

Fronteras afuera, sin embargo, Berlusconi ganó algo de credibilidad ayer al presentar ante Bruselas un paquete de recortes más ambicioso. Remitió una carta a las autoridades europeas en la que se compromete a definir antes del 15 de noviembre un plan de reformas estructurales, que deberá ponerse en marcha antes de seis meses. Incluye elevar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, desde 2026, abrir la puerta al recorte de funcionarios, facilitar el despido -en un plazo de ocho meses "se completará una reforma del mercado de trabajo", explica la carta- y la venta de inmuebles del Estado, con el fin de ingresar 5.000 millones de euros al año durante los próximos tres años. Pero la dificultad de la tarea de responder a la exigencia de Bruselas se encuentra con un complicado entorno político, capaz de obstaculizar al máximo la aprobación de las reformas.

La disputa generada por las exigencias europeas ya se tradujo ayer, literalmente, en una violenta pelea entre parlamentarios italianos. Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, quien se negó inicialmente a elevar la edad de jubilación de los 65 a los 67 años, como reclamaba la UE, aduce que el problema no son los ancianos que cobran la jubilación, sino quienes se aprovechan de las pensiones por enfermedad. Una postura a la que el jefe de la oposición, Gianfranco Fini, contestó diciendo que la mujer de Bossi debe de ser una "babyjubilada" porque cobra pensión desde los 39 años. Diputados de sus respectivos partidos continuaron la discusión a puñetazos (en la foto).

En paralelo a la gresca parlamentaria, la presión de la UE para acometer ajustes se reflejó en el requerimiento del presidente de la UE, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, que estudiaron el plan con Berlusconi previamente a su presentación oficial.

Y el mercado pone cada vez más alto el listón para Italia. El Tesoro italiano celebró ayer la primera de las tres subastas que tiene programadas esta semana. Aunque consiguió colocar el máximo de deuda pública prevista, 10.500 millones de euros, lo hizo al mayor interés desde la quiebra de Lehman. El aplicado a los 8.500 millones en letras a seis meses fue del 3,535%, frente al 3,071% de septiembre. Los 2.000 millones en papel a 24 meses se vendieron al 4,628%.

La prima, en 388 puntos

La prima de riesgo italiana se elevó ayer de 351 a 388 puntos básicos. Apenas una docena por debajo de los 400 puntos, una barrera que ha marcado los momentos más fatídicos del bono italiano. La banca cotizada transalpina, por su parte, fue la que peores resultados cosechó en el parqué de todo el sector europeo. El listado, por la cola, lo encabezó Union de Banche Italiane (UBI Banca), con una caída del 5,02%.

Una fotografía nada alentadora para un país que debe hacer frente a más de 600.000 millones de euros en vencimientos de deuda en los próximos tres años. La mitad de dicho montante solo en 2012. El temor que crece estos días en el seno de la Unión Europea es que, sin haber logrado cerrar el capítulo heleno, Italia se convierta en la nueva Grecia. Con la diferencia, claro está, de que Italia tiene mucha mayor capacidad de arrastre en su caída.

Berlusconi promete definir las reformas estructurales antes del 15 de noviembre