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Lunes de los fondos

El final de la fiebre del oro

El metal sube históricamente antes y durante las recesiones para desplomarse después

Con el último acelerón del precio del oro -que por otra parte representa sólo otro peldaño en su ciclo alcista iniciado hace ocho años- no son pocos los inversores que han vuelto a dirigir sus miradas al dorado metal. Incluso algunos de los inversores más reticentes están posiblemente reconsiderando su posición y planteándose si no es momento de plegarse a la tendencia e incluirlo en alguna proporción en su cartera de inversión.

Efectivamente el precio de oro en estos últimos ocho años se ha multiplicado por más de tres en su moneda de referencia que es el dólar. La revalorización ha sido sensiblemente inferior para los inversores en euros por efecto de la depreciación de la divisa verde con respecto al euro en ese periodo y se sitúa en aproximadamente la mitad. El resultado es que existen muy pocas opciones de inversión que en la última década hayan proporcionado unos retornos tan positivos.

Curiosamente quizás este sea el momento de comenzar a plantearse, cara al año que viene, una salida o apuesta en contra del preciado metal más que de una entrada en el mismo. Esta tesis se sugiere y analiza en un informe de Thomson Reuters titulado Is the Gold Rush Here to Stay (¿Perdurará la fiebre del oro?) que se publicó la semana pasada. Sin embargo, antes de entrar a analizar brevemente la posible dirección futura del preciado metal, repasemos cuáles son las opciones del inversor para beneficiarse de la evolución del precio del oro.

La más obvia es comprar uno mismo el oro físico y almacenarlo en algún sitio seguro. Claro que esto tiene numerosos inconvenientes como su compra venta, transporte y almacenamiento. Lo más lógico es hacerlo a través de un fondo de inversión o fondo cotizado (ETF) que en su política de inversión especifique su exposición al oro. Básicamente existen dos opciones diferenciadas que se presentan ante el inversor. Una son los fondos que invierten en acciones de compañías mineras de oro y la otra son fondos que buscan replicar el comportamiento del precio de contado del oro.

La primera proporciona exposición al comportamiento del precio del oro pero también se ve seriamente influida por los vaivenes de los mercados ya que en realidad lo que el fondo posee son acciones que cotizan en Bolsa. Por ello, existirá cierta correlación con el oro pero no reflejará en absoluto la evolución del precio del metal. Así, en el último año gracias a la recuperación bursátil estos fondos superan en rentabilidad ampliamente al oro pero si tomamos los tres últimos años la situación se invierte.

Por ello, la segunda opción tiene más sentido si buscamos una exposición ajustada al precio del oro. En este punto conviene hacer una distinción entre aquellos fondos que compran futuros sobre el oro y los que compran el oro físico. La realidad es que su comportamiento ha sido muy parejo en los últimos tiempos y ambos han replicado con fiabilidad la evolución del precio de contado del oro. No obstante, aquellos que lo hacen a través de futuros pueden sufrir de ese tecnicismo financiero que se llama contango y que puede reducir la rentabilidad de los mismos con respecto al propio metal. Básicamente contango refleja la situación común en la que el precio del futuro más cercano es inferior al posterior debido a que existen unos costes de almacenamiento, seguros, etc. Al vender el gestor el futuro cercano (antes de la entrega física) y comprar el siguiente con un precio mayor se materializa un rendimiento negativo que minora el rendimiento del fondo.

En cualquier caso, estos fondos han conseguido reflejar con exactitud las fuertes subidas y su crecimiento en número y patrimonial ha sido muy destacado en el último par de años. Ha habido fondos lanzados este mismo año que han captado más de 1.000 millones de dólares en un par de meses. Esta demanda financiera puede estar alimentando una burbuja y este es uno de los puntos que se aducen en el informe de Thomson Reuters aunque ciertamente no el más importante.

El autor expone que el precio del oro sólo ha cotizado libremente desde primeros de los años setenta cuando el dólar se dejó flotar libremente. Desde entonces el oro ha vivido dos periodos alcistas de una década y un largo mercado bajista de dos décadas pero también ha mostrado un modelo de comportamiento bastante definido durante las seis recesiones vividas desde entonces con sus correspondientes expansiones. Resumidamente su precio sube antes y durante buena parte de las recesiones para terminar desplomándose a la salida de las mismas. En ausencia de riesgos inflacionistas reales y de la amenaza del riesgo sistémico, acompañado por una posible reacción de apreciación del dólar, la fase final de subida del oro y su consiguiente desplome puede estar acercándose.

Juan Manuel Vicente. Director de análisis de Lipper

Una relación inversa

-Es frecuente escuchar que existe una correlación inversa entre el oro y el dólar: cuando el oro sube el dólar se deprecia y al revés.-En realidad uno se expresa en función del otro (dólares por onza de oro), por lo que tiene más sentido analizar la correlación entre el oro y el inverso de la cotización del dólar.-Este ejercicio muestra una correlación muy clara, pero en los últimos años la apreciación del oro ha sido mucho más fuerte, lo que puede estar indicando el desarrollo de una burbuja.

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