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Francia insiste en equilibrar los tipos de cambio pero el debate se traslada al G-20

El Eurogrupo ignora las quejas de París sobre la cotización elevada del euro

Francia trasladó ayer su campaña a favor de una devaluación de la divisa europea al mismísimo consejo de ministros de Economía de la zona euro (Eurogrupo). La mayoría de sus colegas, sin embargo, restaron importancia a la evolución del tipo de cambio y trasladaron el debate a las próximas reuniones del G-20.

Hace un año, las reuniones mensuales de los ministros de Economía de la zona euro se celebraban bajo el síndrome de la inminente defunción de la divisa europea. Y terminaban con el ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, leyendo el parte sobre el estado crítico de la unión monetaria.

Ayer, en cambio, al sucesor de Juncker, el ministro holandés de Jeroen Dijsselbloem, le tocó estrenarse al frente del Eurogrupo con la inquietud de algunos socios por lo que consideran una divisa demasiado saludable.

Pero Dijsselbloem, que apenas lleva dos meses como ministro de Economía, no se dejó tentar por el debate. Y al menos en público, mantuvo un férreo silencio sobre la cotización ideal de las monedas, para evitar cualquier interpretación interesada. "Sobre los tipos de cambio, no hago ningún comentario", señaló el nuevo presidente del Eurogrupo. "Esa es mi política fija", añadió. Y señaló que el único acuerdo alcanzado en el Eurogrupo es que "si los tipos de cambio tienen que discutirse, debe ser en las próximas reuniones del G-20", un foro que a finales de semana se reúne en Moscú.

Dijsselbloem reconoció, no obstante, que durante la reunión del Consejo se abordó el tema, aunque "durante no demasiado tiempo" y siempre "en el marco de la coyuntura económica". La iniciativa sobre el debate partió de Francia y, en menor medida, de Italia.

"Los tipos de cambio no pueden estar sujetos a estados de ánimo o especulación", señaló el ministro francés, Pierre Moscovici, antes de reunirse con sus colegas en Bruselas. Moscovici repetía así la advertencia lanzada la semana por su presidente, François Hollande, ante el Parlamento Europeo. Y dejaba claro que la evolución del euro se ha convertido en un tema clave para París, aunque en otras capitales se interprete como una cortina de humo para tapar los problemas de competitividad de la economía francesa.

Moscovici defendió la necesidad de "un enfoque coordinado a nivel internacional", para garantizar tanto la "estabilidad de los tipos de cambios" como su correlación con los fundamentos económicos de cada parte del planeta.

La mayoría de los analistas coinciden en que desde hace años la divisa europea soporta un tipo de cambio demasiado elevado en relación con el dólar y, sobre todo, con el yen, lo cual descarga sobre la zona euro gran parte del ajuste derivado de los desequilibrios macroeconómicos mundiales (déficit estadounidense, devaluación competitiva de la moneda china...).

Los miembros del Eurogrupo no discrepan de ese diagnóstico. Pero la mayoría no parece compartir la inquietud de Francia. Y ninguno parece dispuesto a diseñar una política de tipo de cambio que podría interpretarse como una injerencia en la independencia del Banco Central Europeo.

En contra

Los países de la triple A fueron los primeros en dejar claro su oposición a la ofensiva francesa. "La cotización del euro la decide el mercado y no veo necesario debilitarlo artificialmente", señaló la ministra austriaca, Maria Fekter.

El ministro luxemburgués, Luc Frieden, tampoco se mostró preocupado por la fortaleza del euro. Más bien, ironizó sobre el hecho de que "hace un año todo el mundo se preguntaba si el euro iba a sobrevivir y ahora algunos lo encuentran demasiado fuerte. Esa es la mejor señal de que el euro existe".

Desde Fráncfort, el presidente del banco central alemán, Jens Weidman, también advirtió contra la devaluación de la moneda, porque podría acarrear un repunte inflacionista.

La recapitalización de la banca será progresiva

La recapitalización directa de la banca a través del fondo de rescate europeo (MEDE) se realizará de manera progresiva, a medida que el supervisor único de la zona euro asuma la vigilancia de las entidades financieras. Durante la fase de transición, cada Estado deberá financiar una parte del rescate concedido a sus entidades, según el acuerdo preliminar alcanzado ayer por el Eurogrupo (consejo de ministros de Economía y Finanzas de la zona euro).Los ministros también debatieron la posibilidad de fijar un techo al volumen de la participación del MEDE en los rescates bancarios, para evitar que absorban todos los recursos de ese instrumento, cuya capacidad de financiación asciende a 440.000 millones de euros. El rescate de la banca española ya ha requerido el 10% (42.000 millones de euros). El debate continuará al menos hasta junio.

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