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El mercado da la bienvenida a reglas más estrictas de capital

La banca se da un baño de aire puro

Las especulaciones han dado paso a los números. Si se cumple lo previsto, Europa elevará la exigencia de capital a la banca, y eso se traduce en miles de millones de necesidades adicionales de capital. Pero en lugar de hundirse, el sector respira aliviado. ¿Llega el final de la travesía en el desierto?

La banca sube en Bolsa
La banca sube en BolsaThinkstock

Como Jean-Claude Trichet, el todavía presidente del Banco Central Europeo, defendiendo en la misma rueda de prensa la necesidad de transparencia y negándose a publicar las actas de las reuniones de su institución o el resultado de las votaciones, la banca ha sido capaz de negar cualquier dificultad financiera mientras presionaba a su regulador local para que las pruebas y los requisitos de solvencia fueran lo más ligeros posibles.

Así llegaron los primeros test de estrés, realizados por una institución de renombre como la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés). Aprobado casi generalizado e incluso con nota para el sector financiero europeo (al menos, para los pocos que se presentaron) solo unos días antes de que la banca irlandesa se declarara en quiebra.

Los llamamientos a la necesidad de devolver la confianza, de sacar los trapos sucios de los balances, de recapitalizar, de exponer el riesgo inmobiliario a la vista de todos, de conocer la exposición a la deuda soberana de países con problemas siguieron como si nada hubiera pasado. Los primeros test de estrés fueron un ejercicio baldío y los bancos europeos mantuvieron su condición de foco de desconfianza número uno del planeta.

Tocaba el turno de una segunda movilización general. Fueron los test de estrés del pasado mes de julio y empezaron mal desde el principio. Alemania y Francia, por ejemplo, solo enviaron a sus bancos más preparados y el primero de estos países retiró uno de los suyos cuando supo que iba a suspender. "Los que no fueron a los exámenes lo pagaron caro en Bolsa por la desconfianza hacia ellos", aseguraban entonces analistas del sector bancario. Es posible, pero el resto también sufrió, porque el objetivo de poner claridad y luz en los balances bancarios no se consiguió.

Otra vez, las presiones de las autoridades bancarias nacionales sirvieron para que ríos de tinta y cientos de datos no valieran para nada, hasta el punto de que la deuda griega estaba más estresada en la realidad cuando se realizaron las pruebas que en el peor escenario teórico de los exámenes. El resultado es que solo ocho entidades suspendieron; cinco eran españolas, porque este país mandó a todas sus huestes al combate, dos eran griegas y una austríaca. La quebrada Dexia sacó un sobresaliente.

Y la confianza siguió sin volver.

Ahora llega otra andanada. La Comisión Europea ha presentado este miércoles unos planes genéricos y nada originales para la recapitalización del sector donde solo se confirma que se aumentarán los requisitos de capital, mientras la EBA se dedica a recabar más información de la banca con motivos desconocidos. "No es un nuevo test de estrés", dicen desde la institución. "Van a pedir una solvencia mínima del 7% a la banca y ajustar la exposición a la deuda soberana a precios de mercado [lo que significa la asunción de fuertes quitas]", aseguraban el martes varias fuentes bancarias a Reuters. El Financial Times va incluso más allá: la ratio de capital tendrá que ser del 9%. Lo mismo han asegurado fuentes del sector a Bloomberg. La subida es drástica: en las últimas pruebas, el aprobado era un 5%.

El endurecimiento del nivel de solvencia implica unas necesidades de recapitalización que oscilan entre los 100.000 y los 275.000 millones de euros, según las distintas cifras que se barajan, que todavía está por ver de dónde van a salir. Alemania sigue presionando para que sea cada país el que aguante la vela de su banca, mientras que Francia quiere un esfuerzo común parapetado bajo los nuevos requisitos de la EBA. Con ellos, el alemán Commerzbank, por ejemplo, necesitaría 4.700 millones de euros adicionales en el escenario más benévolo (el del 7%), según una herramienta de Reuters que permite calcularlo, y el francés Société Générale, otros 3.900 millones. De la banca española, pocos se salvan: habría 17 suspensos (si se mantiene el resto de los criterios de julio) de un total de 24 entidades, con La Caixa, Popular, Sabadell, Pastor, Ibercaja y Bankinter entre ellos. Si el umbral se fija en el 9%, los aprobados se contarían con los dedos de la mano.

¿Se ha rasgado el mercado las vestiduras? ¿Domina el rojo en los parqués? No lo parece. ¿Qué han hecho los bancos en Bolsa en la sesión del miércoles? De forma mayoritaria, subir. Es cierto que el arranque mañanero tuvo sus dudas, pero pronto se despejaron y el índice Stoxx que engloba los 55 principales bancos europeos se anotó casi un 3% de subida.

Los que más disfrutaron de la jornada fueron los bancos griegos, aunque quizá sus motivos haya que buscarlos más en la decisión de la troika de liberar el último tramo de ayuda al país que en la posición que vaya a adoptar la EBA. Pero es que Société Générale ganó casi un 6% y Commerzbank se quedó a las puertas del 2%. La banca española, que además sufrió el mazazo de la rebaja de rating de Standard & Poor's y de Fitch, ni lo sintió ni lo padeció. De los escasos diez bancos del índice europeo del sector que cerraron en negativo, ninguno era español.

Habrá que ver en qué queda el nuevo ejercicio de la EBA, que está previsto se anuncie la semana que viene. El FMI no ha podido decirlo más claro: hay urgencia en solucionar este problema. Y parece que el mercado no le tiene miedo; mejor saber lo que hay y arreglarlo que temer lo que se esconde debajo de la alfombra. Las cifras multimillonarias ya no asustan a los inversores. ¿Lo tendrán claro las instituciones y harán esta vez un ejercicio creíble de transparencia?

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