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Los efectos del fin de la guerra del pasivo

La banca afronta el reto de retener 289.000 millones en depósitos

La guerra del pasivo de los dos últimos años deja al sector vencimientos de depósitos por 340.100 en este año, de los que 289.000 millones quedarán sujetos a las limitaciones de rentabilidad que marca el Banco de España. La banca afronta ahora el reto de retener este ahorro y de seguir asegurándose un recurso que ha demostrado ser fuente infalible de liquidez.

La limitación marcada por el Banco de España para la remuneración de los depósitos bancarios va a suponer un vuelco para la política comercial de las entidades financieras y también un replanteamiento de las fuentes de liquidez de las que ha bebido hasta ahora la banca. El sector se enfrenta en el arranque de este año al desafío de cómo gestionar el vencimiento de los depósitos captados en el fragor de la guerra del pasivo y de cómo renovarlos en la medida de lo posible para conservar una de las fuentes básicas de liquidez.

Según datos del Banco de España, la cuantía de los nuevos depósitos a un plazo de hasta un año captados por las entidades españolas en los once primeros meses del pasado año ascendió en conjunto a 270.000 millones de euros. Un volumen que afronta su vencimiento en el presente ejercicio y al que habría que sumar los 70.100 millones de euros de nuevos depósitos captados en 2011 a un plazo de hasta dos años y que toca renovar en buena medida durante 2013. En definitiva, una herencia de la más reciente guerra del pasivo por 340.100 millones de euros.

A falta aún de que se concreten las numerosas incertidumbres que todavía rodean a la restricción a la remuneración de los depósitos, las entidades solo tendrán libertad para marcar rentabilidades sobre los límites definidos por el Banco de España para el 15% de los depósitos que vayan venciendo cada mes. Es decir, que de los hasta 340.100 millones de euros de depósitos que vencen este año, 289.000 millones deberán ajustar su renovación a las nuevas condiciones, por las que se marca una rentabilidad máxima del 1,75% en el plazo de un año; del 2,25% hasta dos años y del 2,75% a los que superen el plazo de dos años. Y ahí es donde aparece el gran desafío para el sector.

Fuentes financieras reconocen que la limitación en las rentabilidades va a obligar a rediseñar las fuentes de liquidez habituales en el sector, ya que no habrá apenas margen para competir en precio y asegurar así la renovación de los depósitos. "Puede haber algunas vías de escape", señalan, apuntando así la posibilidad de que parte de los depósitos no se renueven si migran hacia los fondos de inversión.

La restricción anunciada por Linde coincide al menos con un momento dulce para la financiación bancaria, que en el inicio del año se ha encontrado con un voraz apetito por parte de los inversores de sus emisiones de deuda, al tiempo que va disminuyendo paulatinamente la dependencia de la liquidez que puntualmente y sin límite ha suministrado el BCE al sistema.

La limitación a los superdepósitos también está siendo interpretada por los inversores como un signo de cordura necesario para no seguir minando los maltrechos márgenes de negocio. En todo caso, en el sector apuntan a que las necesidades de liquidez están cubiertas y se cuenta con el comodín de un mercado de capitales mucho más receptivo. "Estamos quizá ante el mejor momento vivido en toda la crisis para emitir deuda bancaria", señalan desde el área de mercado de capitales de una entidad.

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