La dependencia energética sale cara

La crisis de los países árabes a principios de año, en concreto la de Libia, uno de los principales proveedores de crudo de España, empujó el precio de los carburantes por encima de 1,30 euros por litro. De nuevo estaba sobre la mesa el manido debate sobre la dependencia energética española de países políticamente inestables, y el escaso nivel de autoabastecimiento. Aquel episodio ha servido para recordar que el índice de dependencia exterior de España sigue siendo el mismo que hace 30 años, con apenas una variación. La compra de crudo ha ido disminuyendo paulatinamente desde los años ochenta en favor de la importación de gas natural.

En 1980, el 73% de la energía que se consumía en España era petróleo; en 2009, ese porcentaje había descendido hasta el 48,8%. El intercambio de fuentes de energía no ha alterado el cómputo global: España sigue importando el 77% de la energía que consume y el grado de autoabastecimiento se ha estancado en el 23%, según los cálculos del Ministerio de Industria y de la Agencia Internacional de la Energía.

En 1980, la compra de gas natural apenas representaba el 2,3% del consumo total; en 2009 había ascendido al 25%. Lo que ha cambiado en estos 30 años son los países proveedores. A finales de los setenta, casi el 80% del gas que compraba España procedía de Argelia. Hoy, ese porcentaje ha bajado a menos de la mitad en favor de otros vendedores como Nigeria, Catar o Trinidad y Tobago. "España recibe gas desde 15 orígenes distintos, que se transporta en barcos metaneros y a través de interconexiones con los países del entorno. Cuenta, por tanto, con uno de los suministros más diversificados del mundo, lo que contribuye a la seguridad y flexibilidad del sistema energético", explican desde Enagás.

La ventaja de esta reordenación de la importación de combustibles fósiles es que evita una mayor inseguridad de suministro en caso de que se produzcan revueltas como la que estalló a principios de año. Pero en cualquier caso, España sigue dependiendo de Libia e Irán para la importación de crudo, que han ganado peso como proveedores de petróleo de España en detrimento de Arabia Saudí y Reino Unido.

La nuclear como alternativa a los combustibles fósiles será vital a corto plazo, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Francia, que cuenta con 56 reactores nucleares de uso civil, no podrá prescindir del átomo inmediatamente. Tampoco Alemania, que tras la catástrofe ha congelado la prórroga de la vida útil de varias centrales. Pero este organismo, siempre ambiguo en sus análisis, ya reconoce que el accidente de Fukushima ralentizará el renacer nuclear en marcha en varios países. "El ritmo de expansión podría disminuir, pero seguirá creciendo", explicó la semana pasada el director del organismo con sede en París, Yukiya Amano.

En la cesta de la generación energética quedan las energías renovables, pero el Gobierno no da síntomas de apostar de forma decidida por la eólica, la más madura de las tecnologías alternativas a los combustibles fósiles, ni por la fotovoltaica, aún envuelta en la desconfianza por las sospechas de fraude en el cobro de las primas, y pendiente de la norma legislativa que de alas al autoconsumo en los hogares.

El sector entonó ayer la enésima queja, tras conocer parte del segundo borrador del Plan de Energías Renovables (PER), que Industria "ha dado a conocer a través de Unesa y no del sector de las renovables", según se quejó ayer la Fundación Renovables. El documento "supondrá retrasar durante los próximos 10 años el desarrollo de las renovables en España" porque retrasa el objetivo de competitividad para la mayoría de las tecnologías hasta después de 2020.

El texto limita a la minihidráulica, a la eólica terrestre y a la eólica marina el objetivo de ser competitivas antes de 2020. La fotovoltaica queda relegada al año 2023 y la termosolar a 2026. La única tecnología que adelanta este objetivo es la eólica marina, de 2022 a 2020, "aunque es un objetivo casi testimonial de 750 MW, cuando en Europa se prevén 40.000 megavatios en 2020, y cuando el propio borrador del PER habla de la eólica marina como tecnología en estado incipiente". En cuanto a la eólica terrestre, y pese a los ambiciosos objetivos del Gobierno, la Asociación Empresarial Eólica (AEE) recuerda que no tiene marco normativo más allá del año 2012, cuando expira el actual real decreto que acota el sector. "Somos conscientes de la situación económica, pero sin un marco retributivo, el sector está congelado", explican desde la AEE.

El sector de las renovables acusa al Gobierno de contradecirse en sus objetivos. "Si se nos dice que las renovables pueden competir con el gas natural en esta década, ¿a qué se está esperando para definir una estrategia energética diferente y basada en el ahorro de energía y mayores objetivos de renovables?", se preguntan en la Fundación Renovables. Desde Enagás se recuerda que "estas energías no son gestionables, lo que implica que cuando no hay viento ni sol para generar electricidad, es imprescindible producirla a través de gas natural".