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Es el único centro de Europa que cuenta con una alianza de este tipo

La Universidad de Valencia investigará el desarrollo de fármacos para Lilly

La multinacional farmacéutica estadounidense Lilly ha firmado un acuerdo de investigación con la Universidad de Valencia para que esta investigue el desarrollo metodológico y posterior síntesis de nuevos fármacos. La dotación inicial son 150.000 euros, que ascenderían hasta unos cinco millones en caso de salir adelante el fármaco. Lilly solo tiene acuerdos de este tipo con tres universidades, todas ellas en EE UU.

La Universidad de Valencia investigará el desarrollo de fármacos para Lilly
La Universidad de Valencia investigará el desarrollo de fármacos para LillyPABLO MORENO

La ancestral separación entre teoría y práctica que impera en el sistema educativo ha saltado por los aires en la Facultad de Química de la Universidad de Valencia. En este caso, de la mano de la multinacional farmacéutica Lilly, un gigante que factura más de 16.000 millones de euros anuales en todo el mundo. Según ha podido saber CincoDías, la firma estadounidense ha seleccionado al centro español para encuadrarlo en su programa Open Innovation Drug Discovery (OIDD), una pionera iniciativa presentada en sociedad el pasado mes de septiembre que pretende recabar el talento de las mejores universidades del mundo.

En virtud del acuerdo, la Universidad de Valencia recibirá unos 150.000 euros iniciales, contando tanto los fondos para la investigación como el apoyo tecnológico de la compañía (algunas fases del proceso se conducirán en los laboratorios estadounidenses de Lilly). Si el trabajo prospera, el desembolso total rondaría los cinco millones de euros. El acuerdo se ha firmado para un año prorrogable. En caso de que las investigaciones sean exitosas, la multinacional sacaría al mercado el fármaco, pagando por ello royalties a la universidad (en EE UU, que se conocen como tech transfer, hay centros que viven de ello).

El programa lanzado por Lilly pretende "ayudar a construir la cartera de productos del mañana", según la compañía. En un sector en el que desarrollar y comercializar un producto tarda una media de entre 10 o 12 años y cuesta unos 800 millones de euros (coste que incluye las investigaciones infructuosas), resulta capital diversificar las fuentes de I+D+i. Lilly solo tenía firmados hasta ahora tres contratos en el marco del OIDD, un de ellos con la Universidad de Notre Dame (Indiana) y otros dos con "centros de prestigio" de EE UU.

La colaboración entre laboratorios y universidades no es nueva en el mundo de las farmacéuticas, cuyo músculo financiero les facilita la subcontratación de la I+D+i. "Lo que es más difícil de ver son los acuerdos de mutuo interés", señala Javier García, vicepresidente de Eli Lilly and Company. "La novedad del programa OIDD es que son las propias universidades las que dicen qué metodología de desarrollo ofrecen, cuál es el avance que quieren hacer", abunda el ejecutivo.

La selección de la Universidad de Valencia se debe a que el departamento dirigido por el profesor e investigador principal Santos Fustero, que coordinará el proyecto, "ha demostrado que sabe trabajar con la tecnología necesaria para el proyecto", indica García. Sin entrar en detalles técnicos, las investigaciones se centrarán en un componente que analiza las moléculas por su potencial en la lucha contra la tuberculosis multirresistente. El equipo del doctor Fustero desarrollará la metodología sintética y preparará una serie de moléculas novedosas diseñadas por Lilly a partir de compuestos proporcionados por el propio Fustero en investigaciones anteriores.

"Con acuerdos como este se busca dar un vuelco a la forma de investigar en las universidades, centrándose más en cosechar innovación prometedora y creando oportunidades de desarrollo de negocio en el futuro", comenta García.

La cifra

800 millones de euros cuesta, de media, el desarrollo y puesta en comercialización de un nuevo medicamento.

Un referente en la química

El profesor Santos Fustero, director del equipo que conducirá las investigaciones financiadas por Lilly, es catedrático de Química Orgánica y Farmacéutica de la Universidad de Valencia. Desde 2005 compagina la docencia con la dirección del grupo de Moléculas Orgánicas en el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), un organismo puntero a nivel mundial."En España, la colaboración entre el mundo empresarial y el académico ha pasado en los últimos años por momentos críticos, siendo necesario más que nunca incentivarla", apunta Fustero. En este contexto, el proyecto presentado recientemente por Eli Lilly supone una iniciativa esperanzadora, y casi única, para promover la innovación a través de acuerdos de investigación entre grupos académicos y empresas del sector farmacéutico".

La compañía ultima otro acuerdo en España

La Universidad de Valencia no será la única de España que contará con un acuerdo de investigación con Lilly. Según el vicepresidente del grupo, Javier García, la multinacional estadounidense tiene avanzadas las conversaciones con un segundo centro, que se podría sumar al programa Open Innovation Drug Discovery (OIDD) a principios de 2012.La compañía, que también planea suscribir acuerdos en el marco del OIDD en EE UU, está convencida de la necesidad de implicar al mundo de la educación en las iniciativas empresariales. Pretende abordar el año que viene un largo road show para dar a conocer su programa y sumar el máximo número posible de centros. "Me gustaría poner a las universidades en competencia entre sí. Serían mucho más eficientes y a nosotros nos servirían más", señala García.El programa OIDD parte de un convencimiento. "Ya no somos eficientes en todas las fases de desarrollo. Nuestro modelo quiere desagregar tres conceptos: ideas, experiencia y dinero. En el actual contexto, con multitud de universidades y centros de investigación que hay en el mundo, es imposible que las farmacéuticas tengamos siempre las mejores ideas", indica García a este periódico.En opinión del alto ejecutivo, las multinacionales deben emplear su músculo para lograr "pescar" las mejores ideas allí donde las encuentren. De ahí su interés en la universidad."La mayor carencia de las universidades españolas y europeas es su falta de visión comercial. En EE UU es mucho más fácil para un departamento conseguir fondos, por ejemplo cinco millones de dólares, para llevar a cabo buenos proyectos que puedan desembocar en spin-offs", apunta. García es un firme defensor de un nuevo modelo de compañía. "Debemos compartir los riesgos y absorber tecnología", señala.

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