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Análisis

Una tendencia común en Europa

La discusión sobre la conveniencia o no de unificar la supervisión del sector financiero en España viene de largo. Es casi tan antigua como la propia CNMV, creada al hilo de la Ley del Mercado de Valores en 1988. Este debate recobró fuerza a principios de esta legislatura. Se volvió a plantear la integración de CNMV, Banco de España y Dirección General de Seguros, ya fuese a través de una fusión de los tres, un modelo intermedio o la simple creación de un mando único. El debate, en todo caso, fue zanjado por los protagonistas, principalmente Manuel Conthe y Pedro Solbes.

La propuesta que ahora está sobre la mesa es más modesta. Intenta que la supervisión del sector de los seguros, que actualmente recae sobre la Dirección General de Seguros, pase al Banco de España, en los asuntos de solvencia, y a la CNMV, en los productos. Es un modelo similar al puesto en marcha recientemente por Italia. Se trata, en todo caso, de una reflexión planteada por el Gobierno al Partido Popular, que se ha tomado unos días para contestar si bien la primera impresión no ha sido negativa.

'Desde distintos organismos internacionales, como el FMI o la OCDE, se ha señalado la inconveniencia de que la regulación y la supervisión de un sector estén bajo el mismo paraguas. En España, la Dirección General del Tesoro regula sobre el sector financiero, que lo supervisan Banco de España y CNMV, en función de si se trata de una entidad financiera o una empresa de servicios de inversión. Pero eso no ocurre con los seguros', según fuentes de Economía.

En todo caso, la integración de los supervisores es una tendencia común en Europa. 'La mayor parte del Norte de Europa tiene un sólo supervisor. Irlanda, Reino Unido, Alemania, Escandinavia, Austria, Suecia... Italia va a unificar la supervisión de valores, seguros y pensiones. Todo el mundo va en esta dirección', señalaba ayer Eddy Wymeersch, presidente de CESR, comité de reguladores europeos, que acudió a Madrid a unas jornadas sobre buen gobierno.

El modelo de dos supervisores, aplicado por Holanda, se denomina Twin Peaks (dos picos, en inglés). Consiste en dos pilares. Uno se ocupa de la supervisión prudencial y otro del desarrollo del negocio, en ambos casos independientemente del tipo de actividad que se desarrolle. Uno de los organismos se ocupa de garantizar la solvencia de la entidad y cuestiones similares que vigilan los bancos centrales mientras la supervisión de productos, comisiones y relaciones con los clientes recaería en el otro. En España esto supondría un traspaso de poderes entre CNMV, que actualmente vigila la solvencia de las empresas de servicios de inversión, y Banco de España, de quien depende la comercialización de ciertos productos.

En todo caso, estos planteamientos no están de momento sobre la mesa, según fuentes cercanas a Economía. Y tampoco es algo que se pueda poner en marcha de la noche a la mañana: en Holanda se tardaron dos años. Pero en el mundo financiero, incluso dentro de las propias instituciones, se entiende que la integración de la supervisión tiene sentido en la medida en que los grandes conglomerados financieros prestan todo tipo de servicios. ¿Es prioritaria esta integración? La respuesta es, quizá, más política que técnica. Una mayor integración puede ayudar, pero no garantiza nada. Wymeersch, que prefiere un supervisor único, recuerda que bajo el modelo Twin Peaks pueden darse situaciones en las que la supervisión prudencial y la de mercado tengan intereses contrapuestos. En ocasiones la transparencia respecto al mercado puede erosionar de forma definitiva la solvencia de una entidad financiera, como pudo ocurrir en la quiebra del banco holandés Van der Hoop, en diciembre de 2005.

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