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A fondo

A la realidad no se le puede dar la espalda

El final del melodrama que han protagonizado en las últimas semanas la brasileña Vivo, y las ibéricas Telefónica y Portugal Telecom, estaba escrito de antemano. La descripción de las idas y venidas, de las declaraciones, de los desplantes, de los órdagos, de los gestos políticos que han inundado las páginas de los periódicos en el arranque de este verano no han hecho sino colorear el escenario para ayer paso por fin a la solución que desde el primer momento imponía la lógica.

La lógica dictaba que Telefónica se quedaría con Vivo para cumplir su aspiración estratégica de crear un gran operador de ámbito nacional en Brasil, al sumar la operadora celular con su negocio fijo de Telesp. La lógica dictaba que Portugal Telecom, tras recibir una importante recompensa por su participación en Vivo, encontrara una salida digna en Oi y un puesto en el mercado carioca más acorde con su dimensión y su capacidad inversora. La lógica marcaba que la situación competitiva se clarificara en el que es el segundo mercado de telecomunicaciones con mayor capacidad de crecimiento en el mundo, tras la locomotora china, en un escenario en el que ahora se va a pelear por cada cliente entre competidores netos que ya no están revueltos: el grupo de Telefónica, la oferta de Slim, y las opciones de Oi y de TIM Brasil.

Detrás del barullo de acontecimientos de las últimas semanas, se ha impuesto la voluntad del gran gestor de esta operación; el presidente de Telefónica. César Alierta, con la economía de palabras que practica, aseguraba a sus colaboradores que la reconversión del negocio de las telecos en Brasil era "como el disparo de las balas que, al final, terminan cayendo por su propio peso o por la fuerza de la gravedad".

La colaboración en el mercado brasileño entre Telefónica y Portugal Telecom se había visto perturbada en los últimos años por la ansiedad de la española por acelerar las inversiones, acometiendo entre otros el gran reto de migrar a la tecnología GSM, y la falta de músculo de la portuguesa por seguir el ritmo de su socia.

Para Telefónica, crear un gran operador de fijo y móvil en Brasil se ha convertido en el objetivo central de su política de crecimiento. En el plazo de los dos o tres próximos años esta apuesta reportará al grupo un tercio de sus ingresos y habrá superado las aportaciones del mercado español. Los otros grandes objetivos en la expansión de la operadora se sitúan en México y en el mercado de Alemania. Pero la pieza clave era la de Brasil.

El ingente esfuerzo económico que ha hecho Telefónica al pagar 7.500 millones de euros por completar su expectativa de conformar el gran operador de fijo y móvil en Brasil, no se valora como una incongruencia o como un riesgo exagerado dentro de la compañía. Alierta aseguró recientemente que Telefónica tiene la experiencia y el conocimiento necesarios como para arrancar importantes sinergias en todo el territorio brasileño a una oferta conjunta de servicios fijos y móviles que ahora construirá en base a la colaboración de Telesp y Vivo. Para que el sueño pueda hacerse realidad tendrá que expandir en los próximos meses por todo el territorio las licencias de la operadora fija que ahora se concentran en Sao Paulo.

Ayer se saldó seguramente con beneficio para todas las partes una batalla financiera y estratégica, ahora queda por delante la auténtica contienda de la competencia en la que el veredicto último lo dictará el mercado.

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