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Mario Armero Montes

Jurista de raza, alma de emprendedor

Fue el hombre del carismático Jack Welch en España. Miembro de una saga de juristas, asume el reto de modernizar la asociación de fabricantes de automóviles.

Jurista de raza, alma de emprendedor
Jurista de raza, alma de emprendedor

Estudió leyes por tradición familiar, pero lo que más le gustaba era el mundo corporativo. Una mente de estratega y una visión internacional han hecho de Mario Armero (Madrid, 1958) uno de los directivos españoles de mayor proyección. Su trayectoria profesional forma un ángulo de 360 grados: multinacional (General Electric), empresa familiar (Corporación Llorente) y sociedad cotizada (Ezentis). De todas ha sacado algo positivo. Es su filosofía de gestión: entusiasmo y dedicación.

Este directivo positivista, miembro de una saga de juristas -es hijo de José Mario Armero, figura clave de la Transición y nieto de notario-, es la gran esperanza de los fabricantes de automóviles. Es nuevo en el sector, pero le atraen los retos. A partir del 1 de enero, deberá conducir la asociación Anfac al siglo XXI y mostrar a la sociedad y a las Administraciones el potencial de un sector que en su conjunto supone el 10% del PIB y el 20% de las exportaciones y del que viven 2 millones de familias. Toca dar la cara por el "sector de sectores", porque está muy bien el tan aplaudido en los últimos tiempos made by Spain, pero no está de más cuidar el made in Spain. Y nadie como los fabricantes, por inversiones, productividad, innovación o empleo, para representarlo.

Gabriel Masfurroll, empresario y presidente de Wings 4 Business, está convencido de que es la mejor elección de Anfac. "Es un magnífico facilitador, sabe encajar piezas y poner de acuerdo a las distintas partes". Sus trayectorias profesionales se han cruzado en varias ocasiones. Cuando Mario Armero presidía GE España y Gabriel Masfurroll llevaba las riendas de USP Hospitales firmaron una alianza estratégica pionera. En aquella relación, el empresario catalán pudo conocer al visionario tenaz. Fue una colaboración para la que solo tiene palabras de agradecimiento. Años más tarde, Mario Armero presidía Ezentis (antigua Avánzit) y Gabriel Masfurroll era accionista de la consultora de comunicación Kreab Gabin Anderson que trabajaba para la compañía. "No fue un trabajo fácil. La empresa tenía problemas endémicos importantes", recuerda el emprendedor catalán.

Pero de todo se aprende. En la trayectoria de Mario Armero es clave la figura paterna. De José Mario Armero, cabeza de uno de los bufetes más prestigiosos de Madrid, presidente de Europa Press y muñidor de la venida a España de Santiago Carrillo, Mario aprendió la importancia del rigor y el esfuerzo. Tuvo una educación muy tolerante, democrática y avanzada. La familia no veraneaba en Mallorca o Sotogrande, aunque viajaban mucho acompañando al padre en sus viajes de negocios. Visitaban India o Rusia, cuando nadie iba a esos países, en trayectos largos e incómodos en los que Mario aprendió que el mundo no era solo España.

Estudió Derecho en la Complutense y empezó a trabajar en el bufete familiar, pero su interés estaba puesto en la empresa. Su hermana Coloma, consejera de Mutua Madrileña, recuerda que siempre tuvo mentalidad de innovador. "Siempre le gustó la estrategia y las relaciones internacionales". En el bufete Armero, participó en la expansión internacional de Telefónica. Pensaba, sin embargo, que cada uno tiene que seguir su camino, de modo que se llevó su experiencia de asesor jurídico a AT&T y más tarde a GE. Cuando Jack Welch, director general de la multinacional, decidió instalar una fábrica de plásticos en Cartagena (Murcia) le contrató. A los ocho meses, el proyecto se canceló. El mérito de Mario Armero fue aguantar el tipo. Se quedó solo con el proyecto, hablando con políticos, buscando subvenciones. Y valió la pena. Para el presidente de la Comunidad de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, la apuesta de Mario Armero "supuso un salto adelante en nuestra consideración como receptora de grandes inversiones internacionales".

Al cabo de 20 años, con el título de mejor directivo de la Asociación Española de Directivos (AED), abandonó la multinacional por una empresa familiar de provincias, Corporación Llorente, dedicada a las infraestructuras. Aplicó dos lecciones aprendidas en GE: disciplina financiera y gestión de costes. En su primer ejercicio como consejero delegado (2008) la facturación creció un 62%. En febrero de 2010, afrontó una nueva etapa como presidente de Ezentis, con el apoyo de Nomura. Fueron 20 meses complicados, especialmente por la integración de Sedesa, vinculada al negocio de la construcción, que acabó en concurso y provocó el hundimiento de Ezentis en Bolsa. Renunció en septiembre.

Mario Armero transmite la imagen de persona rigurosa y entregada. "Su buen hacer profesional convive con su elegancia intelectual", dice Ramón Luis Valcárcel.

A todo le ve el lado positivo. Cuando estudiaba primero y segundo de carrera, tenía un programa amateur de música pop en la FM de Radio España. Le gustaban Elvis Costello, The Cars y sus compañeros del Liceo Francés, Nacha Pop. Coloma Armero comenta que su hermano siempre volvía de los viajes cargado de discos. Ahora no está tan al día, pero el mes pasado encontró un hueco para asistir al concierto de Coldplay. El tiempo que pasa en el gimnasio le estimula cuerpo y mente. Es, además, un gran lector, de novelas de suspense o de publicaciones que le pongan al día en tendencias, sociales o demográficas.

A partir de enero, le esperan largas conversaciones con el presidente de Anfac, Francisco Javier García Sanz. Seguro que muchas sobre el Real Madrid -ambos son muy madridistas-. Vio el último Madrid-Barça en Roma, con gran disgusto. Su amigo Gabriel Masfurroll dice que algún defecto tenía que tener y no pierde la esperanza de convertirlo. No es probable en un hincha del Madrid que actúa como uno del Atlético: siempre a favor.

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