La guerra de Sacyr salpica a la banca y a Repsol

Sacyr tiene un consejo de propietarios. Sería más fácil gobernar una empresa con el 60% del capital en manos de un solo socio y con muchos independientes en el consejo, pero este no es el caso. Nosotros tenemos un toro más difícil". La reflexión es de Luis del Rivero, presidente de Sacyr y dueño del 13% de la empresa. Minutos después de expresarla se desató la refriega entre accionistas en la junta del jueves.

Una batalla que no es mera anécdota. Como mínimo interesa a la banca (Sacyr roza los 11.000 millones de deuda neta) y afecta al futuro de Repsol, de la que Sacyr es primer accionista.

Del Rivero y Manuel Manrique (consejero delegado), presentes en el consejo de la constructora como ejecutivos, pedían dominicales que representaran a sus sociedades (Rimefor y Cimofag). Los consiguieron y suman un 19,2% del capital, con cinco representantes en un consejo de 19 (1 independiente). Son los fundadores, ambos ingenieros y se entienden.

Enfrente, se han opuesto a ese fortalecimiento dos inversores de relumbrón: Demetrio Carceller, presidente de Disa, y Juan Abelló. El primero, con un 15,9% de Sacyr y tres representantes. El segundo con un 9,6% y dos dominicales. Total: 25,5% del capital y cinco consejeros.

Se habla de un frente industrial -en el que entra el fundador Loureda con su 12% y dos consejeros- que se impondría a un bloque de perfil financiero. Así ha sido en la junta y es en la gestión diaria.

¿Por qué la demanda de más peso? Presidente y consejero delegado han apreciado cómo emerge un nuevo poder en Sacyr. Disa ha subido al 13% y, lejos de conformarse, sindica sus acciones con las de la constructora canaria Satocán (2,9%). Con el 15,9%, y su postura en la junta, ha evidenciado que quiere protagonismo en las grandes decisiones. Y la de mayor relevancia sobre la mesa es la refinanciación del crédito para mantenerse en Repsol con el 20%.

Distintas fuentes apuntan que Carceller, referencia en la distribución de carburantes, quiere decidir en la política de la petrolera, en cuyo consejo no se sienta por cuestiones de incompatibilidad.

En cuanto a Abelló, sí figura con Del Rivero y Loureda en el órgano de decisión. Los tres fueron a unísono cuando Sacyr se enfrentó al presidente Brufau en 2010 durante la guerra del dividendo. Pero ya entonces trascendió que había grietas. Sea como fuere, tanto Carceller como Abelló tienen un nombre ante la banca. La misma a la que se dirige ahora Sacyr. Quienes siguen esta guerra interna piensan que podrían jugar una carta para debilitar a Del Rivero: que los bancos demanden renovación en la gestión de Sacyr a cambio del crédito.

Pero el constructor ha tomado las riendas de las negociaciones y afirma que saldrán adelante "de forma muy rápida". Se supone que sin costes personales. Trata de convencer a Société Générale, ausente en 2006 en el sindicato que apoyó a Sacyr; ha trabado relaciones con Corpbanca en Chile, y busca capital en Brasil o China. Si alguien no está cómodo o no puede renovar el crédito, tiene la puerta abierta. A los entrantes les ofrece seguridad en el cobro de los intereses (se cubren con los dividendos de Repsol), un subyacente de calidad (las acciones) y un historial sin incumplimientos en las condiciones impuestas por la banca.