Cuanta más crisis, más educación para toda la vida

Ante el desempleo juvenil y el descenso de la productividad, la implantación de políticas que incentiven programas para la educación a lo largo de la vida se alza como un pilar fundamental que puede revertir estas dos cuestiones. Esta ha sido una de las conclusiones a las que llegaron expertos en educación y analistas internacionales de la OCDE, Banco Mundial, Unesco y la UE reunidos en el simposio Educación a lo largo de la vida: un desafío social y económico, organizado por las fundaciones Ramón Areces y Sociedad y Educación en Madrid.

En las jornadas, los expertos pidieron, también, una mayor implicación por parte de los Gobiernos, y fundamentalmente de las empresas, para el desarrollo de una cultura de formación permanente.

Alberto Rodríguez, coordinador del sector de educación, Europa y Asia Central del Banco Mundial y participante en el evento, considera crucial avanzar en la concepción de la educación no solo ligada al ámbito de la formación escolar y puramente académica. En su opinión, es preciso comprender que los desafíos demográficos a los que se enfrentan países de la UE, como España, traerán un aumento de las necesidades formativas de la población.

Rodríguez cree que la formación continua es "extremadamente importante, especialmente en el contexto de crisis que atraviesa Europa". Y justifica esta apuesta por la existencia de muchos individuos excluidos del sistema de trabajo. "Existen minorías, mujeres y, sobre todo, jóvenes, a los que hay que conectar con el mercado de trabajo ofreciendo oportunidades formativas para que estos grupos puedan reinsertarse".

Para Rodríguez, otro punto tiene que ver con el rápido envejecimiento de la población en Europa. "Se requiere un mayor nivel de productividad; esto es, un menor número de personas en edad laboral debe sostener mayor número de transferencias para mantener la equidad intergeneracional, como las pensiones o el sistema educativo".

Florentino Felgueroso, profesor del departamento de Economía de la Universidad de Oviedo y también asistente a las jornadas, resalta que quien no invierte en sí mismo es penalizado por el propio mercado de trabajo. "No tener un buen conocimiento de inglés ya se penaliza desde hace tiempo en algunos países, no solo con un menor salario, sino también con menores oportunidades de trabajo que abocan en situaciones de desempleo. Algo similar ocurre con la adopción de las nuevas tecnologías".

Sobre la situación de la formación permanente en España, Felgueroso reconoce que se han producido avances "notables" en la última década, pero "aún estamos a gran distancia de otros países europeos, como los del Norte". Según Felgueroso, en estos países la formación continua no se dirige a cubrir déficits como idiomas o alfabetismo digital, sino a un perfeccionamiento o reciclaje profesional. A su juicio, este es un buen momento para optar por la formación continua, en especial para los parados de larga duración, que "aumentarán su reinserción social en cuanto la economía se reactive".

Para Felgueroso, es preciso el reciclaje porque hay sectores que no volverán a recuperar el tamaño que habrán perdido en esta crisis y debe convertirse en una de las bases para la movilidad sectorial y profesional que demanda la reactivación. "La salida de la crisis debería pasar por un crecimiento de la demanda en nuevos sectores y por cambios sustanciales en las cualificaciones que exigen la ocupaciones para adaptarse al cambio de modelo productivo".