La crisis provoca el cierre de 24 papeleras en España desde 2007

La crisis económica mundial está pasando factura al sector del papel y la celulosa. En el periodo 2007-2008, en España se cerraron 24 plantas de producción, lo que ha supuesto una pérdida de capacidad de 632.000 toneladas. El país concentró el 12,7% de los cierres que se produjeron en Europa, según los datos recogidos en el Informe de Sostenibilidad 2009 que presentó ayer la patronal Aspapel.

"Los cierres fueron importantes en número pero no en volumen, ya que sólo representaron el 12%", matizó el recién elegido presidente de la asociación, Florentino Nespereira, quien apuntó que se trata de un proceso "doloroso pero natural". Este año, añadió, sólo existen una o dos empresas con serias dificultades.

La mala situación económica ha provocado que en la primera mitad del año la producción de papel haya caído un 17%. El recorte se debe a la debilidad de la demanda interna (el consumo se ha reducido un 19%) y al descenso de las exportaciones (-14%), que no han sido capaces de suavizar la caída, como en parte sí hicieron en 2008. En el caso de la celulosa, la producción se ha recortado un 18%.

Nespereira señaló que estos descensos reflejan la caída media de la actividad económica en España y que están en línea con los registrados en la Unión Europea. Además, se mostró convencido de que la situación se suavizará algo en lo que queda de año, lo que permitirá afrontar con mayor optimismo el próximo ejercicio.

A su juicio, el sector cuenta con un modelo de negocio sólido para encarar el futuro. Así, recordó la competitividad de la industria nacional en los mercados exteriores, donde coloca más del 50% de la producción de celulosa y el 45% de la de papel. Asimismo, destacó la mejora de la productividad conseguida en la última década, cercana al 42%, y subrayó el carácter innovador de los productores, que ya consiguen un 21% de su cifra de negocio con productos nuevos o mejorados.

El presidente de Aspapel también se refirió a las oportunidades de negocio que se abren para la industria con el nuevo Plan nacional de residuos, en especial a las posibilidades que tiene el papel para ocupar parte del nicho de mercado que dejarán las bolsas de plástico en la grandes cadenas de distribución o al gran potencial de aprovechamiento energético de los residuos de su proceso industrial.