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A fondo

¡Otro chino no, por Dios!

Anda la industria europea de las telecomunicaciones y de la sociedad de la información un poco baja de moral, después de tres décadas que se creyó la reina del mundo. Este estado depresivo se percibe con claridad en el ambiente del Mobile World Congress de Barcelona.

Pero no es la tremenda remontada en el terreno de juego celular de las empresas de Internet estadounidenses lo que más incordia o asusta a los fabricantes de equipos del Viejo Continente. Son las empresas de infraestructura de red procedentes de China las que quitan el sueño (además de los contratos) a la hoy decadente aristocracia del sector formada por nombres tan sonoros como Nokia-Siemens, Ericsson o Alcatel-Lucent.

Hace ahora diez años estos actores, entonces todo poderosos, vieron como llegaba desde Oriente una empresa, Huawei, que fue tomando rápidamente posiciones. Al inicio se le acusó de copiar la tecnología europea. Más tarde de tirar los precios de los contratos. Y en estas y otras quejas, no fue quedando más remedio que admitir que sus soluciones suponían un salto adelante y sus precios un nuevo referente ineludible para cualquiera que quisiera mantener su presencia competitiva en el sector.

Como el que no quiere la cosa, los Nokia, Siemens, Alcatel y Ericsson, se encontraron disputándose la posición de segundo referente en la mayoría de los contratos de extensión de redes móviles en cualquier parte del mundo. Huawei lograba con facilidad el primer puesto, pero se daba por descontado que, ante la magnitud de los contratos en juego, las operadoras debían seguir con su política del doble suministrador, por aquello de "no poner todos los huevos en la misma cesta".

Pero, como dicen que "al perro flaco todo son pulgas", al "viejo" (aunque apenas a cumplido la treintena) sector europeo de infraestructura de telefonía móvil le ha surgido un segundo problema con el nombre de ZTE. Tales siglas avisan de la vigorosa irrupción en el terreno de juego global de un segundo gigante chino del suministro de equipos de 'telecos'. Después de unos años de amagar, esta empresa propiedad del gobierno de Pekín, supone no sólo una amenaza para el puesto de segundones de las firmas europeas, sino incluso para el liderazgo de Huawei.

En el Congreso de móviles de Barcelona se han visto las caras todos los contendientes. De hecho Huawei y ZTE tienen sus espacios de exposición separados por muy pocos metros. En las intervenciones de los principales ejecutivos de los fabricantes europeos se ha vuelto a repetir aquello de que las empresas chinas juegan con las cartas marcadas, tirando los precios y amparando sus costes en la falta de homologación de su legislación laboral y en la oscuridad de sus relaciones con el Estado. Pero son solo lamentos. Operadores de todo el mundo se han aficionado a las soluciones y a los precios de la tecnología china, y no atienden a otras razones... Sino que se lo pregunten a Telefónica o a Vodafone.

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