La biofarmacia empieza a dar sus primeros frutos

Existe un consenso general en que el futuro del sector farmacéutico pasa por los nuevos medicamentos biotecnológicos, frente a la síntesis química tradicional. Es una actividad poco madura, que en España no ha dado todavía grandes resultados ni apenas fármacos al mercado, ya que es necesaria alrededor de una década para terminar el proceso de I+D. El primero y más conocido fue el Yondelis, de Pharmamar (grupo Zeltia). Pero la patronal Asebio señala otros que están llegando: Atacicept (de Merck), Active e Iris Stents (de Palau Pharma) y Lutrate, de una empresa joven llamada GP Pharm.

Este laboratorio barcelonés nació en el año 2000 como la rama biofarmacéutica del grupo cosmético Lipotec. Se creó bajo una idea altamente innovadora, que consistía no sólo en desarrollar sus propios productos, como el Lutrate, sino en ser únicos en la forma en que los fármacos se administran. Por eso desarrollaron dos patentes de liberación controlada de medicamentos, siempre en productos inyectables para oncología, sistema nervioso central y cardiología. Es decir, que cuando a un paciente se le inyecte un fármaco, el tratamiento le afecte poco a poco. "Cualquiera puede copiar un producto, pero si a eso le sumamos un sistema propio de transporte, es más costoso de imitar", explica Alberto Bueno, director general de la biofarmacéutica.

Su primer desarrollo es lo que la empresa denomina "plataforma de microesferas", que permite, gracias a los liposomas utilizados como transportadores, que los fármacos se liberen poco a poco. Mediante esta patente se administra el Lutrate para cáncer de próstata. El Lutrate es un proyecto desarrollado desde cero por GP Pharm. El fármaco para un mes (una sola inyección en 30 días) ya está a la venta en Perú y Uruguay y próximamente en Chile y Argentina. En España se encuentra a la espera de la aprobación de la Agencia del Medicamento, igual que en Alemania, Italia, Portugal o Grecia, y se presentará próximamente en EE UU. La versión para tres meses está en fase III, a un año del camino de la aprobación. Aprovechando el sistema de microesferas, también desarrollan productos, sin nombre comercial aún, de Triptorelina para cáncer de próstata (que ha perdido la patente, pero que gracias a las microesferas se convierte en un producto único), el Octreotride para los tumores endocrinos y la Risperidona para la esquizofrenia.

Su otra patente es la conocida como "plataforma de liposomas", por la cual se pretende alargar la vida del fármaco reduciendo los efectos secundarios al principio, es decir, que el pico tóxico más fuerte no se libere de forma rápida, sino progresiva. En este campo desarrollan desde cero su producto Toxorubicina, para sarcoma de tejido blando, que está en fase III. Pero alrededor de un tercio de la facturación proviene de utilizar estas plataformas de liberación retardada para innovar y fabricar medicamentos oncológicos para otros laboratorios. GP Pharm los desarrolla para ensayos clínicos en su planta e incluso los produce cuando son aprobados.

Otro tercio de los ingresos proviene de la comercialización de sus propios productos, como el Lutrate o genéricos oncológicos inyectables (que no utilizan ni las microesferas ni los liposomas). Dentro de esta categoría se sitúa el Octreotide normal, el Irinotecan (cáncer colorrectal), el Paclitaxel (cáncer de mama, ovario y pulmón) y el Oxaliplatino, que se venderá en otoño para el cáncer de colon. El resto de ingresos proviene básicamente de las licencias internacionales de sus productos.

Al final, el espíritu de su actividad es generar ingresos, según recoge la misión de la empresa, gracias a "una fuerte voluntad orientada a dar esperanzas a los pacientes mediante nuevas tecnologías que mejoran los beneficios de los fármacos ya existentes o, incluso, por qué no, nuevos medicamentos".