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Distribución

InBev y Anheuser crean el primer grupo cervecero del mundo

Las leyes del mercado han pesado más que la tradición y los accionistas de Anheuser-Busch, la mayor cervecera estadounidense, han terminado aceptando la jugosa oferta de 33.000 millones de euros realizada por la compañía belga-brasileña, InBev, para hacerse con la centenaria fabricante de la Budweiser. La fusión de las hasta ahora segunda y tercera mayores cerveceras globales desbancará del primer puesto a la británica SABMiller.

Los conmovedores esfuerzos de la cuarta generación de la familia Busch por preservar la autonomía de la mayor cervecera estadounidense, Anheuser-Busch, propietaria de la emblemática marca Budweiser -la cerveza que bebe uno de cada dos ciudadanos de EE UU-, han pesado menos en el criterio de los accionistas de la compañía que la suculenta oferta de compra lanzada por el gigante belga-brasileño InBev. æpermil;ste anunció ayer a bombo y platillo el acuerdo alcanzado para fusionar ambas empresas y crear la que será la mayor compañía cervecera global, por delante de la británica SABMiller.

Para conseguirlo, InBev, grupo surgido en su día de la fusión de la belga Interbrew y la brasileña AmBev, la segunda mayor cervecera del mundo, ha tenido que poner encima de la mesa 6.000 millones de dólares (3.773 millones de euros) más de los previstos inicialmente. Su primera oferta de 46.000 millones de dólares fue rechazada por el consejo de administración de Anheuser y les ha obligado a subirla hasta los 52.000 millones de dólares (33.000 millones de euros) con los que se ha cerrado la operación. La mayoría de ese dinero se financiará con cargo a deuda, que financiará en parte el Banco Santander.

La oferta supone un precio de 70 dólares por acción y una prima del 43% sobre el valor de la compañía en Bolsa. Se trata de la segunda compra más importante realizada nunca sobre una compañía estadounidense de productos de consumo tras la adquisición de Gillete por Procter & Gamble.

El consejero delegado de InBev, Carlos Brito, se felicitó ayer por el final feliz de una operación que crea 'la mayor y más competitiva compañía del sector, con un catálogo de marcas sin rival en el mercado'. Bajo la nueva divisa Anheuser-Busch-InBev, estarán, además de Budweiser y Bud Light, que acaparan el 48% del mercado norteamericano, marcas como Brahma (líder del mercado latinoamericano), Beck's, Stella Artois o Bass, así como un 27% de Tsingtao, la segunda cerveza más consumida de China. Falta saber qué ocurrirá con la participación del 50% que Anheuser mantenía en Grupo Modelo, ya que la ley mexicana reserva a la empresa el derecho a elegir sus socios.

Expansión

El nuevo grupo sumará una facturación anual de 22.600 millones de euros y unas ventas de 460 millones de hectolitros de cerveza. Su presencia será global. El grupo belga-brasileño, que mantendrá abiertas todas las plantas de EE UU y que dará entrada en su consejo de administración a dos representantes de la compañía americana, confía en aprovechar esta plataforma para elevar la presencia de sus marcas en el mercado estadounidense y asiático y se ha comprometido a mejorar las ventas de Budweiser en Europa, donde hoy tiene una presencia secundaria.

El mercado ya había descontado el acuerdo tras la reactivación de las negociaciones la pasada semana y ayer reaccionó con tibieza. Las acciones de InBev retrocedieron un 5,6% en Bruselas, mientras las de Anheuser repuntaron un 1,52% en Fráncfort.

La venta de un símbolo de la cultura americana

'Pocos productos están tan asociados a la imagen de América como Budweiser', escribía esta misma semana un columnista de Associated Press. La presencia del águila y de los colores azul, blanco y rojo en su símbolo, su condición de patrocinador central de la Superbowl e incluso algún que otro acierto promocional, como definirse como 'El Rey de las cervezas', la sitúan como uno de los activos más propios de la cultura americana.Tal vez por ello, la reacción de la clase política local y de la opinión pública a su venta ha sido tan negativa. La familia Busch, propietaria de una compañía que cuenta ya 150 años de historia, incluso ha recurrido a los negocios de InBev en Cuba, donde tiene 570 empleados, para tratar de frenar su oferta de compra por la vía de detallar las dificultades que crearía por el embargo de Washington a la isla.También han recurrido a la fama de los gestores brasileños de la empresa como agresivos recortadores de costes para augurar una previsible pérdida de empleo. Y ello a pesar de que la familia Busch había anunciado un recorte de entre el 10% y el 15% de la plantilla en un intento desesperado por convencer a sus accionistas de que no se vendieran al euro.InBev ha acuñado un discurso tranquilizador. Ha garantizado la subsistencia de todas las plantas de Anheuser en EE UU (aunque no de su empleo) y se ha comprometido a mantener la sede americana de la compañía en San Luis. También ha logrado seducir a los accionistas con su promesa de reducir en 1,5 billones de dólares anuales los costes operativos del emporio y de consolidar la senda de los beneficios por acción en un periodo no superior a los tres años.

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