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Juana de Aizpuru. Galerista de arte

"Ifema quería un Arco sólo comercial, pero ha rectificado"

Han transcurrido ya cuarenta años desde que Juana de Aizpuru abriera su primera galería en Sevilla. Fue en la efervescencia de los ochenta cuando trajo el proyecto a Madrid. De aquella época, exalta "el entusiasmo" con el que trabajó una generación que veía en la democracia, "una oportunidad que pescar al vuelo".

¿Cuál será el eje del catálogo que presente en Arco?

El programa que preparo para las ferias está basado en los artistas a los cuales represento, lógicamente. Como todos no pueden ir a todas las citas, a cada una llevo al que esté en un momento más interesante. En Arco estarán Alberto García Alix, Yasumasa Morimura, Pierre Gonnord, Cristina Lucas...

La polémica ha salpicado a Arco este año. ¿Cómo le explicaría lo que ha ocurrido a alguien que no haya estado al tanto?

El Comité Asesor de Arco, formado por galerías de arte como en todas las ferias del mundo, selecciona a los que participan. Arco es una feria internacional de galerías de arte contemporáneo con un marcado carácter cultural, por ello solamente pueden acceder aquellas que además de su incumbencia como empresas mercantiles tienen, dentro de sus intenciones, la promoción de los artistas de vanguardia y la difusión de sus obras. Hay galerías que se dedican a un segundo mercado, que tienen otros planteamientos. El Comité Asesor rechazó en este caso a cinco, y después el presidente de Ifema las incluyó por su cuenta y riesgo. Eso fue una injerencia que el Comité no podía admitir. Lo comunicó al resto de las galerías, tuvimos una asamblea y le enviamos una carta, a la cual él contestó por la prensa de una manera desacertada. Entonces nosotros nos planteamos si participar o no en la feria.

Y, a la postre, ambas partes alcanzaron un acuerdo.

Todo se ha solucionado porque la actitud de este señor ha cambiado por completo. Se le ha devuelto al Comité la responsabilidad de hacer la selección.

Algunos dicen que después de esta crisis los galeristas tienen más poder.

Yo no pretendo que tengamos más poder. Siempre hemos trabajado los organizadores, las instituciones y los galeristas codo con codo, porque éste es un proyecto tremendamente difícil de sacar adelante. Muchos países quisieran tener una feria de estas características y no lo consiguen. Les salen unas ferias mediocres. Aquí debemos cuidarla, en vez de cargárnosla. Hubo un desencuentro porque Ifema quería convertir Arco en una feria exclusivamente comercial. Ahora, Ifema ha vuelto al camino que siempre ha seguido.

Usted fue la inventora de Arco. ¿Qué sensaciones le despierta volver como galerista?

Pues un sentimiento muy maternal. Para mí Arco es como un hijo. Todo lo que sale bien lo disfruto muchísimo y, si veo que ha habido algún fallo, lo sufro de una manera increíble.

¿Ha cambiado mucho el espíritu del comienzo?

Arco ha evolucionado, igual que la sociedad española. No puedo decir si me gusta más el de ahora o el del principio. Le tengo más cariño al del antes. Era más puro, más desinteresado, más romántico... Entonces las galerías que participábamos íbamos a hacer un intercambio con nuestros colegas, porque en aquel momento no había mercado, ni siquiera existían museos de arte contemporáneo. Hubo galeristas extranjeros muy importantes que venían todos los años y hasta el quinto o el sexto no vendieron la primera pieza. Pero volvían porque pasaban cosas. En España se estaba creando un ambiente diferente.

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