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Componentes electrónicos

Celestica prepara el cierre de la antigua planta de IBM en Valencia

La empresa canadiense de componentes electrónicos Celestica ha comunicado a sus trabajadores que tiene sobre la mesa el cierre de su planta en La Pobla de Vallbona (Valencia). La decisión, que afectará a los 580 empleados, tiene además un componente histórico, ya que supondrá el adiós definitivo de la antigua planta de IBM, una de las pocas multinacionales que, junto a Ford, atrajo a Valencia una revolución industrial que no cuajó.

El cierre está sobre la mesa. Esta es una de las opciones que baraja Celestica para su planta de componentes electrónicos de La Pobla de Vallbona (Valencia) tras perder a uno de sus principales clientes en los últimos años. La decisión de BP Solar de abandonar el negocio de las placas solares ha supuesto el golpe final para la fábrica de componentes electrónicos, azotada por la crisis de sectores claves para su carga de trabajo, como la automoción o los aviones.

La dirección de la planta ha comunicado al comité que están estudiando varias opciones de futuro, aunque todo apunta a que será el fin de la factoría como centro de producción y que, en el mejor de los casos, podría convertirse en un almacén logístico. En cualquiera de los casos, los 580 empleos actuales corren peligro.

"En los últimos meses ya hemos sufrido recortes de plantilla importantes por la bajada de la carga de trabajo", explicó ayer a este periódico Juan Francisco Jiménez, presidente del comité de empresa. La dirección y los representantes de los trabajadores tienen una cita para el próximo jueves. "Esperamos que nos puedan adelantar algo más sobre el futuro, aunque posiblemente todo esté a expensas de decisiones corporativas", dijo Jiménez.

Celestica tiene su sede central en Canadá, aunque tiene plantas en todo el mundo. En los últimos años ya ha reordenado su estructura productiva con el cierre de factorías.

Un emblema de la modernización

El cierre de la planta tiene un componente simbólico para la economía española y, en especial, para la valenciana. Celestica ocupa el lugar que, en su día, creó IBM. Hay que remontarse a 1974, cuando la multinacional de microelectrónica empezó a fabricar subconjuntos para ordenadores en unas instalaciones provisionales en el polígono de Fuente del Jarro, en Paterna (Valencia). En 1978 se trasladó a una fábrica de nueva planta en La Pobla de Vallbona. IBM invirtió entonces 840 millones de pesetas, una cantidad muy relevante para la época.

Pero lo importante de la decisión del gigante de la electrónica era que instalaba en España su primera planta de fabricación en Europa. En un país que salía entonces de una larga dictadura, con una economía autárquica, este tipo de inversiones eran todo un aliciente para la modernización del tejido productivo.

En 1995, IBM vendió la planta a Manufacturers' Services (MSL), empresa fabricante de componentes electrónicos para terceros. IBM se desvinculaba así de su inversión, aunque mantenía carga de trabajo para la factoría. De hecho, hasta 2003 aún se fabricaron en Valencia elementos para el gigante de la informática, pese a que los pedidos descendieron con los años. MSL abrió las líneas a otros sectores, como el de la automoción.

El último cambio de propiedad llegó con la compra de MSL por parte de Celestica en 2004. En los últimos años se han incorporado a las líneas sectores como la aviación o la electromedicina. El contrato con BP para fabricar componentes vinculados al sector de la energía solar llegó a suponer una parte muy importante de la carga de trabajo de la planta. El día 30 de agosto acaba ese contrato y el futuro de la planta se presenta oscuro.

Ford, el último oasis de un triste espejismo

Hubo unos años en los que se pensó que Valencia podía dar un gran salto hacia la modernidad. Tras cuatro décadas de gris dictadura, de repente, como caídas del cielo, dos multinacionales de primera línea elegían Valencia para su expansión en el sur de Europa. El azul de IBM y de Ford parecía apuntar a un cielo abierto a grandes inversiones extranjeras, a la llegada de tecnologías punteras que crearían sinergias imparables.Algo más de tres décadas más tarde, la realidad se ha impuesto al optimismo. Aquellas dos grandes multinacionales que parecían abrir el camino de la industrialización del área metropolitana de una Valencia aún rural fueron la excepción, y no la norma. Detrás suyo no llegaron otros gigantes.Con el tiempo, aquel espejismo se ha ido diluyendo. La inversión de IBM no convirtió a la comarca del Camp del Túria en la nueva California. El fabricante de ordenadores se fue. Ahora su legado amenaza con irse definitivamente y da la sensación de que se ha perdido una oportunidadAhora queda la planta de Ford en Almussafes, el otro hecho aislado en una Comunidad Valenciana que quiso ser California, luego Florida y ahora quién sabe.

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