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Pierre Lellouche. Secretario de Estado de Comercio Exterior de Francia

"Las pymes de Francia y España deben ir juntas"

El político destaca el "dinamismo exportador" de España y las reformas emprendidas

"Las pymes de Francia y España deben ir juntas"
"Las pymes de Francia y España deben ir juntas"JUAN LÁZARO

Lellouche fue elegido diputado en la Asamblea Nacional hace 14 años por el UMP, y durante la presidencia de Nicolas Sarkozy ha sido titular de la Secretaría de Estado de Asuntos Europeos y de la de Comercio Exterior, "el puesto más difícil". Acaba de visitar Madrid para reunirse con su homólogo Alfredo Bonet, y participar en el Salón del Gourmet. El vecino del norte de los Pirineos es el primer cliente comercial español, aunque Alemania le ha superado como primer proveedor del país.

PREGUNTA. ¿En qué situación están las relaciones comerciales mutuas?

"Me ha sorprendido la profesionalidad de los exportadores españoles"

RESPUESTA. Las relaciones entre las grandes empresas ya son un hecho; se están haciendo importantes proyectos en conjunto en materia de infraestructuras y otros sectores. Pero creo que se deben reforzar las relaciones entre las pymes de los dos países, que, a mi juicio, deben unirse para exportar juntas. He quedado sorprendido por la profesionalidad de los exportadores españoles en las ferias internacionales; en mi país he puesto como ejemplo la actuación del pabellón español en el Foodex de Tokio, donde han dado una asombrosa muestra de solidez y cohesión entre productos. Creo que Francia se ha quedado atrás, y tiene que ser mucho más dinámica.

Es evidente que el mundo está cambiando, y el crecimiento económico se concentra hoy en los países emergentes. Por eso, nuestras pymes deben ir juntas a esos mercados para poder ser más competitivas.

P. Pero sigue habiendo divergencias incluso dentro de la Unión Europea...

R. Es importante que España y Francia nos pongamos de acuerdo sobre las reglas del comercio exterior. En las próximas semanas, es posible que haya un fuerte avance en la Ronda de Doha de la OMC, que podría quedar cerrada a fin de año. Por otra parte, continuamos con las negociaciones entre la UE y Mercosur, además de varios acuerdos bilaterales con países como Singapur o Canadá. Y eso, sin olvidar que la reforma de la Política Agrícola Común de la UE del próximo año estará totalmente ligada a la OMC y Mercosur. En todos esos puntos, nuestros países deben actuar unidos. Necesitamos llegar a reglas simples y equilibradas.

P. ¿Hasta dónde llegan los consensos en la UE?

R. Estamos avanzando bastante. Por ejemplo, la OMC exige reciprocidad en el acceso a mercados públicos de infraestructuras, que representan el 15% del comercio mundial. Sin embargo, la UE no la ha aplicado hasta ahora, por considerar que enviaba un mensaje político proteccionista. En Francia siempre hemos defendido aplicar esa norma, y hoy se está traduciendo en una directiva europea que se aprobará en julio. Hay empresas chinas que pueden construir carreteras aquí con dinero de la UE, y nosotros no podemos hacerlo allí. Igualmente, Hitachi construye alta velocidad en el Reino Unido, sin reciprocidad. He propuesto a mi homólogo español, Alfredo Bonet, que se puedan bloquear y penalizar contratos si el país de origen de las empresas no se abre de forma simétrica.

Por otra parte, queremos marcar las diferencias entre países emergentes, como China, y otros en desarrollo. Las mismas reglas de apertura comercial total no pueden aplicarse frente a países pobres africanos y frente a la segunda potencia del mundo.

El G-20 y las materias primas

Francia ostenta durante el primer semestre de este año la presidencia del G-8 y, quizá aún más importante en el nuevo reparto del poder económico global, también del G-20. El organismo creado para fomentar el diálogo entre potencias tradicionales y emergentes aborda temas espinosos en la salida de la mayor crisis global de los últimos ochenta años, como se demostró en la reunión de ministros de Finanzas que se celebró el pasado fin de semana. Al hablar sobre el tema, Lellouche recuerda que España accedió a su condición de país invitado permanente del G-20 gracias a que el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, le cedió una silla que le correspondía como presidente rotatorio de la UE antes de la cumbre de Washington de hace dos años y medio.Francia asumió su liderazgo del G-20 con un programa ambicioso. ¿Qué grado de cumplimiento del mismo se está alcanzando?Estamos razonablemente satisfechos por cómo van las cosas. Hemos avanzado en materia de los desequilibrios globales, creando un consenso respecto a la necesidad de establecer unas reglas. Está claro que las devaluaciones competitivas no son buenas para el funcionamiento del mercado, porque crean distorsiones. Por otro lado, también estamos avanzando en torno a la creación de normas nucleares de aplicación global. El desastre de Fukushima ha servido de aviso en este sentido.Otro de los objetivos era controlar los mercados de materias primas...Cierto, y también estamos avanzando, aunque no se puedan esperar milagros. Tenemos que parar el uso financiero y especulativo de las materias primas. Cuando se especula con los alimentos se generan problemas en todas partes, pero para el tercer mundo tiene efectos catastróficos.

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