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A fondo

La magia de Obama pierde brillo

Tras un año de gestión se han desembolsado 207.000 millones de dólares en ayudas fiscales y el desempleo sigue en alza.

La magia de Obama pierde brillo
La magia de Obama pierde brillo

Sin duda, la noche del 4 de noviembre de 2008 fue una de las más emocionantes de lo que va de siglo. Un EE UU, agotado y desmoralizado con la gestión de George Bush y una crisis económica como pocas, daba la presidencia de forma entusiasta a un demócrata de nombre imposible en la América posterior al 11-S, raza negra y un discurso de concordia política ligeramente inclinado a la izquierda. Hace un año, los estadounidenses dispararon sus expectativas y dieron su voto a Barack Obama, un hombre al que se le traspasaba un legado casi imposible. La esperanza era que aquellos votos fueran una especie de varita mágica.

Obama asumió el poder a finales de enero pero un año después de su histórica elección, los ánimos se han ido viniendo abajo y la varita aún tiene que probar que pueda hacer magia. El 70% de popularidad que Gallup registró tras su elección se queda ahora en el 53% y han sido los considerados independientes, un grupo tan indefinido como creciente en la escena política americana, los más frustrados.

El 44 presidente del país utiliza una retórica que recuerda a un hombre que tuvo ante si retos también históricos, Franklin Delano Roosevelt. No obstante, la gran diferencia entre ambos es que FDR puso en marcha el New Deal en 100 días, aprovechando la luna de miel con el electorado y las tensas circunstancias del país, mientras que Obama ha querido hacer buena la promesa de tender la mano a la oposición y contar con el Congreso para cada paso que da. Es equivocado pensar que el presidente de EE UU lo puede todo, el Congreso tiene las llaves de Washington pero hay presidentes como FDR que se han impuesto aún chocando contra su propio partido, e incluso con su gabinete. Roosevelt sacó buena parte de sus iniciativas adelante. Eran otros tiempos.

Obama empezó a trabajar en el estímulo fiscal, el American Recovery and Reinvestment Act (ARRA, abreviado) de 787.000 millones de dólares, antes de tomar posesión y mientras calmaba al país con ruedas de prensa diarias en las que iba presentando a un brillante equipo técnico económico, heredado de la época de Bill Clinton. El ARRA salió adelante después de que estrenara el Despacho Oval. Fue el primer producto decisivo del tirón electoral.

Otros proyectos igualmente vitales en el ámbito económico están varados: la reforma del carísimo sistema sanitario, la regulación financiera, la nueva política energética y medioambiental. La reforma de la inmigración, no es prioridad en la agenda.

El problema con la reforma de la sanidad es que Obama ha cedido al Congreso casi toda la iniciativa legislativa después de dar unas directrices no demasiado concretas.

Y aunque la mayoría legislativa la tienen los demócratas, el partido tiene poca cohesión ideológica por que para obtener esta ventaja los demócratas optaron en 2008 y 2006 apostar por candidatos tan centristas o conservadores que ahora falta unidad. Además, deben conciliar propuestas con unos Republicanos resueltos a decir que no a todo.

Ayer mismo, los republicanos boicotearon el debate sobre la legislación para rebajar las emisiones de los gases de efecto invernadero porque dicen que no ha habido un informe de costes. La posibilidad de que Obama se presenta a Copenhague con propuestas es casi mínima porque están encalladas en el Congreso.

Ajuste de expectativas

En cuanto a la reforma de la regulación financiera, economistas como Joseph Stiglitz o Simon Johnson, entre otros, lamentan que se haya permitido ganar fuerza y peso en los pasillos de Washington a una banca dispuesta a mantener el statu quo.

El estímulo está dando resultados desiguales aunque se cuenta con que se ha tocado el suelo la crisis. El ARRA ha detenido el deterioro económico aunque, de momento, solo se han invertido 207.000 millones de dólares. A golpe de estímulo, la economía creció un 3,5% en el último trimestre pero está por ver hasta donde puede llegar porque el estímulo estaba diseñado para impulsar un motor parado que debía marchar solo tras un primer impulso. El motor, el consumo, sigue bajo fuerte presión porque las empresas siguen sin contratar, el paro se ha disparado y el crédito, pese a la política de la Fed no fluye. El Gobierno cuenta con que incluso con estímulo, que podría haber generado o salvado 650.000 empleos, se llegue a una tasa de paro del 10%.

La luna de miel electoral toca a su fin y pronto empezará un periodo legislativo más pausado, si cabe, por la campaña al Congreso en 2010. Se están reajustando expectativas porque la varita mágica se ha deslucido. El motivo es que la magia es ilusión, Obama la llamó "esperanza", pero la política, como dijo Benjamin Franklin, es tan solo "el arte de lo posible".

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