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A fondo

La llave catalana decidirá la legislatura

Presupuestos, Estatuto y elecciones autonómicas, las claves principales.

Felipe González ha aconsejado a José Luis Rodríguez Zapatero que no se deprima, que faltan dos años para acabar la legislatura y que, a la velocidad que van las cosas, esto puede convertirse en un "camino infinito" en el que puede pasar de todo. Un día antes, en la sesión de control parlamentario, la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, expresaba en el Congreso la firme intención del Gobierno de jugar la segunda parte del partido, es decir, de llegar a 2012 y, a poder ser, remontar en las encuestas. Tan evidentes son los obstáculos que pueden impedirlo que esta es una de las escasas coyunturas en las que Gobierno y oposición comparten por separado un análisis muy parecido sobre los episodios que pueden torcer la voluntad de Zapatero y obligarle a tirar la toalla.

El primero de todos ellos es la negociación de los Presupuestos estatales de 2011, que tendrá dos crestas principales: la de la segunda quincena de octubre, en la que se celebra el debate de las enmiendas de totalidad y, de salir el Gobierno a salvo, la de la cuarta semana de diciembre, donde el proyecto de ley se votará de forma definitiva a la vuelta del Senado. Zapatero, que tiene una relación muy fluida con Josep Antoni Durán i Lleida (CiU), confía en que las elecciones catalanas, determinantes para la continuidad de la legislatura, dejen margen a los nacionalistas para socorrer al Gobierno en el trámite presupuestario, si no es en la primera gran votación, donde podrían trabajar como socorristas subalternos el PNV y Coalición Canaria, sí en la definitiva.

El segundo obstáculo puede llegar con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto catalán que, de ser emitida antes de las elecciones autonómicas del otoño, va a complicar al presidente del Gobierno la gestión de una crisis política e institucional que se superpone a la económica, con independencia de lo que dicte el fallo: está en juego la arquitectura del Estado autonómico.

Y el tercer gran obstáculo no desaparecerá hasta que veamos el resultado de los comicios catalanes, sobre los que descansa también la posibilidad de que Zapatero se vea obligado a interrumpir la legislatura o, por el contrario, obtenga esos dos años de gracia que Felipe González dio el jueves como seguros. Tanto el PSOE como el PP manejan al respecto dos escenarios posibles: que CiU obtenga un triunfo nítido equivalente a la mayoría absoluta o que sus expectativas de recuperar la Generalitat se vean de nuevo frustradas o, al menos, condicionadas al posible respaldo del PP o de ERC. En el primer caso, es obvio que la lectura que Artur Mas y Josep Antoni Duran i Lleida harían de su éxito en Cataluña sería favorable para Zapatero: la colaboración que CiU le ha prestado al Gobierno en Madrid en momentos tan delicados como la aprobación del plan de ajuste o, en breve, de la reforma laboral, habría resultado rentable para los nacionalistas en las urnas. De esa interpretación se deduciría, muy probablemente, la decantación de CiU por mantener a Zapatero con vida y permitirle agotar la legislatura bajo un marco más estable sostenido, sobre todo, en las contrapartidas económicas.

Según fuentes gubernamentales, una de las que CiU está exigiendo ahora para arropar la reforma del mercado de trabajo tiene que ver con el papel protagonista de las empresas de trabajo temporal en la intermediación laboral, más que con las grandes líneas del decreto, con las que está de acuerdo. Pero hay otros muchos ejemplos.

Sin prórroga presupuestaria

En el segundo supuesto, el de un resultado electoral muy por debajo de sus ambiciones que le pusiera difícil o imposible acceder a la Generalitat catalana, CiU dejaría probablemente caer a Zapatero y le obligaría a convocar elecciones anticipadas, al considerar que su apoyo en Madrid al Gobierno es el que le ha impedido conseguir su objetivo. En el PSOE y en el Gobierno no se descarta ni mucho menos esta posibilidad, pues aunque se reconoce en el presidente un optimismo fuera de lo común, Felipe González no se equivocó la semana pasada en su diagnóstico. "En estos momentos en que nos da la depre porque las cosas van mal, José Luis, y nos da la depre colectiva…", le dijo el ex presidente, es cuando más falta hace movilizar al partido para "explicar qué tipo de economía queremos y por qué, y como lo vamos a hacer". La crisis le ha acercado a Zapatero a la realidad y, por lo tanto, nadie le imagina sobrevolando sobre una prórroga presupuestaria que, siendo posible en 1996 en una coyuntura radicalmente diferente, no lo sería ahora.

En cualquier caso, aunque el PSOE consiga saltar todos estos obstáculos y taparse la yugular para evitar los mordiscos del PP, como también le aconsejó Felipe González a Zapatero, el "camino infinito" por el que el presidente tendría que transitar hasta 2012 encontrará otra estación decisiva en mayo del año que viene, donde la intuición y las encuestas anticipan para los candidatos socialistas un auténtico suplicio en numerosas alcaldías y en buena parte de las comunidades autónomas.

Según un ministro, podría producirse la paradoja de sufrir una merma considerable del poder real en estas instituciones justo en el momento en que la economía abandona la respiración asistida si, como predice el Banco de España, la tormenta amaina cuando se terminen los deberes que el directorio europeo le ha impuesto a un Gobierno cada vez más monitorizado.

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