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Francisco Soler - Socio director de la oficina de Garrigues en Shanghai

"Nuestra intención es nombrar socios chinos en Shanghai"

Especialista en inversión y contratación mercantil internacional, Soler coordina un equipo de 20 abogados en Shanghai, la mayoría de ellos de origen chino.

Cada mañana, Francisco Soler tarda quince minutos en recorrer en automóvil la distancia que media entre su casa y su despacho en Nanjing Xi Lu. Allí, en el edificio Westgate Mall, está situada la oficina que Garrigues inauguró hace cuatro años en Shanghai. Casado y con dos hijos pequeños, de los que confiesa que han aprendido a hablar chino casi antes que español, Soler puso en marcha en 2005 un despacho que actualmente cuenta con 20 abogados, de los cuales sólo cuatro son españoles. Especializado en inversión extranjera en China y contratación mercantil internacional, así como en el asesoramiento a compañías chinas en el exterior, el socio de Garrigues es vicepresidente de la Cámara de Comercio española en Shanghai.

Usted cuenta con la experiencia de haber puesto en marcha en 2005 la oficina de Shanghai. ¿Cuáles son las dificultades que tuvo que afrontar para organizar el despacho?

Cuando llegamos a Shanghai, en 2005, sólo éramos dos personas. Al principio tuvimos que asumir que existen diferencias importantes, y ello pese a que todos nuestros abogados allí son bilingües en chino e inglés y formados en el extranjero. Pero para instalarse en China es importante saber que la diferencia cultural es grande.

¿En qué se traduce eso a la hora de trabajar?

En China, por historia y por educación, el respeto a la jerarquía es muy elevado y eso se nota también en las relaciones profesionales. Los abogados chinos cumplen muy bien los parámetros que exigimos, pero están poco acostumbrados a tomar la iniciativa, a potenciar la inventiva y la autocrítica. El día a día del trabajo en un bufete se basa en el trabajo en equipo, en la capacidad de poner en común las opiniones de todos, y eso es algo que falta en el sistema educativo, cultural y político chino. Nosotros hemos solventado eso a través de la formación.

Además de prestar asesoramiento a empresas para invertir en china, la oficina asesora a compañías chinas que quieren invertir en otros países. ¿Cómo es ese cliente?

Es muy diferente a otros. En China la confianza es un valor fundamental, es algo muy valioso que hay que ir construyendo muy poco a poco. El cliente confía en el abogado en un principio, no en la firma que está detrás. Después, cuando la relación con el abogado ya se ha forjado, es cuando va conociendo el bufete y confiando en la firma.

¿Es difícil ganarse esa confianza?

Es laborioso y requiere mucho tacto. Cuando acudes a una reunión allí no puedes ser demasiado directo, es todo mucho más sutil y mucho más lento que en España. Nada más llegar al país tuvimos cursos sobre costumbres y protocolo, pero en realidad esto es algo que aprendes con el día a día.

La mayor parte de los abogados de su equipo son chinos. ¿Fue difícil encontrar los perfiles que buscaban?

Fue uno de los aspectos más difíciles. Seleccionar júniors fue sencillo, se buscan en dos o tres universidades concretas, con licenciatura y máster. Pero para los abogados con experiencia tuvimos que recurrir a headhunters y realizar entrevistas personales. Fue una experiencia curiosa, porque les cuesta mucho contestar preguntas sobre su persona, son muy reservados.

¿Hay previsiones de que esos abogados chinos se conviertan en socios?

Desde luego. Nuestra intención es que los abogados chinos que formamos puedan ser nombrados socios en el futuro, si no lo logramos es que lo habremos hecho muy mal.

¿Hay dificultades para que las firmas legales extranjeras puedan actuar en los tribunales del país?

Hoy por hoy, los despachos extranjeros no pueden actuar en los tribunales chinos. En los casos contenciosos nosotros tutelamos la llevanza, pero necesitamos contar con despachos locales para actuar en los tribunales. En nuestro caso, no tratamos con un solo bufete, nuestra política es trabajar con varios grandes despachos chinos.

¿Cómo ha evolucionado el sistema legal del país?

El sistema legal está mejorando mucho, aunque aún no está a la altura de Occidente. Desde el punto de vista técnico, las leyes son muy buenas -en los últimos años ha cambiado la mitad del ordenamiento jurídico- pero el problema es la aplicación en tribunales y la Administración. La justicia, sin embargo, no es más lenta que en España.

Un mundo en el que no existe la palabra crisis

"Nuestra oficina está siendo muy activa en materia de inversiones, en fusiones y adquisiciones y en todo lo relacionado con el sector de infraestructuras. No podemos olvidar que los recursos de China son inmensos. El plan de estímulo que ha aprobado el Gobierno es de casi 600.000 millones de dólares, más grande que cualquier otro en el mundo", explica Francisco Soler.Las oportunidades para las empresas extranjeras son, en su opinión, enormes. "En este país se van a construir más kilómetros de autopista que en todo el resto del mundo junto, más centrales nucleares, más plantas de desalinización. Las empresas españolas están muy activas ahora mismo. Hay también muchas oportunidades de negocio en el sector del retail y también en todo lo relacionado con la Expo 2010", añade.El socio director de la oficina de Shanghai asegura que en China se ha notado "poco o nada" el impacto de la crisis. "En 2009 las previsiones de cierre de crecimiento son del 8%", señala. Soler, cuya intención es quedarse en el país durante al menos dos años más, utiliza como lengua de trabajo el inglés, aunque tras cuatro años en Shanghai sus nociones de chino son más que aceptables. "Yo diría que a estas alturas soy capaz de mantener una conversación en chino".

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