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Análisis

La inflación de toda la vida: márgenes y presión fiscal

Cuando Estadística adelantó que la inflación regresaba a tasas interanuales positivas en noviembre, ya advertimos que la deflación había sido la flor triste de unos cuantos trimestres de recesión.

Cuando Estadística adelantó que la inflación regresaba a tasas interanuales positivas en noviembre, ya advertimos que la deflación había sido la flor triste de unos cuantos trimestres de recesión. Y los datos detallados conocidos ahora confirman que los comportamientos de los españoles vuelven a sus cánones tradicionales, y se sienten más cómodos con inflación que sin ella. Descontado del índice el vaivén de los precios energéticos, que en España tiene mayor peso que en el resto de las economías europeas, el IPC siempre ha estado en positivo, como demuestra que la tasa de inflación subyacente (la que excluye los alimentos frescos, los carburantes y los impuestos del Gobierno) nunca tocó el cero, aunque se acercase bastante, y en noviembre incluso ha vuelto a repuntar, y parece ser que lo hará en los próximos meses más todavía.

Hay cuatro grupos bien diferenciados de bienes y servicios en la cesta de los hogares, con comportamientos bien distintos, que han marcado, y marcan, la tendencia de los precios. Los alimentos, los servicios, los bienes manufacturados y la energía. Dejando de lado ésta última, cuyos precios finales vienen casi determinados por el mercado del petróleo, aunque algo tiene que ver la política energética, los alimentos siguen atenazados por la presión bajista de la demanda y mantienen tasas negativas por la presión de los productos frescos. Los servicios, aunque han relajado sus tasas notablemente en los últimos trimestres, conservan, y creciendo, tasas positivas. Y sólo los productos manufacturados, muchos de ellos importados, mantienen tasas negativas porque la fuerte presencia de la competencia funciona como efecto congelador y nivelador contra las alzas de precios, independientemente de la demanda, que en este caso es también modesta.

Dieciocho de 22 rúbricas alimenticias de la cesta de la compra están en tasa interanual negativa, y sólo cuatro en positiva, aunque sólo una supera el 1% (el agua mineral), y los productos con más peso en el índice tienen caídas interanuales superiores al 4%. (frutas frescas, leche, aceite, carne de pollo o carne de porcino). Los servicios no de mercado tienen todos tasas positivas, como consecuencia de la falta de competencia, que los convierte en nichos cerrados de oferta y demanda, sin alternativa para los hogares. Por lo que se refiere a las manufacturas, se mantienen cerca de cero en tasa general agregada, pero con caídas del 3,5% los bienes duraderos. Bien es cierto que ya en noviembre las tasas mensuales de estos productos han subido, sobre todo aquellos de equipamiento (calzado y vestido) de hombres, mujeres y niños. Es un síntoma evidente de que la industria trata de recomponer de inmediato sus márgenes tras varios trimestres de recesión y venta con márgenes muy estrechos.

La acción del Gobierno no es baladí en el índice de precios. Fíjense: La subida del tabaco es del 17,7% en el último año por la subida de impuestos, que aporta tres décimas de las ocho que acumula el PC en los once primeros meses del año. De otra forma: el índice general de precios sin tabaco sería cero en tasa interanual. La inflación de toda la vida: subidas de márgenes sin avance de la calidad y presión fiscal.

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