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La Unión Monetaria, a debate

El gasto financiero condiciona el resto del Presupuesto

La subida de tipos y de la prima de riesgo obliga a repensar las cuentas.

En el Ministerio de Economía llevan meses ya trabajando en los Presupuestos de 2012. De momento, se conoce el techo de gasto, que el Gobierno fijó en 117.353 millones de euros, un 3,8% menos que el año anterior. Ahora, la tarea consiste en asignar recursos en cada capítulo del presupuestos para que sumen esa cifra. No parece tan complicado. Sin embargo, el capítulo 3, relativo a los gastos financieros, condiciona al resto de partidas y, además, es muy susceptible a los vaivenes del mercado. Desde que el Consejo de Ministros anunció quince días atrás el techo de gasto, ya se han producido situaciones que auguran que el Gobierno deberá destinar más dinero a pagar intereses y, por tanto, quedarán menos recursos para otras partidas como la inversión pública.

Por ejemplo, la subida de los tipos de interés oficiales del 1,25% al 1,5% aprobado por el BCE el pasado jueves supone encarecer la financiación, no solo para empresas y familias sino también para el sector público. De hecho, es la Administración Pública quién acude con mayor intensidad al crédito y, en la medida que este es limitado, las empresas se encuentran aún con más dificultades para acceder a la financiación.

Además de la subida del precio oficial del dinero, la evolución de la prima de riesgo -que muestra la diferencia entre el precio de colocación del bono español a diez años respecto al alemán- ha iniciado una tendencia alcista cuyo techo nadie es capaz de precisar. El diferencial alcanzó el viernes los 284 puntos básicos, una cifra que revela la desconfianza de los inversores respecto a la solvencia de España. De hecho, la percepción en los mercados de riesgo acerca de un hipotético impago de la deuda volvió a incrementarse en el segundo trimestre de 2010, según el ranking que elabora la consultora CMA. Así, la probabilidad de impago de los bonos españoles se situó en un 20,8%, lo que supone la undécima inversión más arriesgada. Meses atrás, España ocupaba la decimotercera posición con una probabilidad del 18,9%.

Todas estas dudas encarecen las emisiones de deuda del Tesoro español, que el pasado jueves colocó 2.892 millones en una subasta de bonos a tres y cinco años. Si bien la demanda superó con creces a la oferta, el Tesoro tuvo que pagar el precio más caro en una década. Y todo apunta que, en las próximas emisiones, los inversores seguirán exigiendo una elevada rentabilidad para comprar deuda con el membrete del Estado.

Más presiones

Por otra parte, la situación aún podría ir a peor si finalmente el BCE opta por una nueva subida de tipos a finales de año tal y como sugirió el jueves Jean-Claude Trichet. El encarecimiento de la financiación, además de elevar el coste de colocación de la deuda pública, supone un desincentivo a la inversión y al consumo privado, dos variables indispensables para que España recupere tasas de crecimiento del PIB que le permitan crear empleo.

Además, sin actividad económica, los ingresos públicos tampoco se recuperan y, como en un círculo vicioso, la Administración debe recurrir a los mercados en busca de más financiación. Y, la deuda que se emite hoy, mañana, se convertirá en déficit público.

¿Quién aprobará las cuentas?

Si bien el Gobierno ya ha aprobado el techo de gasto y en Hacienda ya preparan el Presupuesto para 2012, todo podría quedar en papel mojado si finalmente el presidente José Luis Rodríguez Zapatero opta por adelantar las elecciones. En cualquier caso, el Ejecutivo tiene relativamente garantizado el apoyo de Coalición Canaria y PNV a los Presupuestos para el próximo año.

Sin esperanzas en la recuperación

El 72% de los empresarios y analistas califican como "mala" o "muy mala" la coyuntura actual de la economía española, según una encuesta realizada por PwC. Además, se muestran pesimistas acerca del futuro inmediato. Así, el 77% estima que el PIB cerrará este año con una caída de entre el 1,5% y el 0,5%, muy lejos de las previsiones del Gobierno, que auguran que la economía avanzará a un ritmo del 0,7%.Las exportaciones representan la única variable positiva. Los empresarios confían en que las ventas al exterior seguirán aumentando hasta finales de año. Sin embargo, la inversión productiva y la creación de empleo permanecerán estancadas.El estudio de la consultora PwC revela que los encuestados defienden la necesidad de establecer el contrato único. Y también apuestan por incrementar la productividad a través de una rebaja impositiva para las empresas con perfil tecnológico.

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